Natación
Discordia y sonrojo por una nadadora trans
Los grandes tiempos en la piscina de Lia Thomas, que inició hace año y medio el proceso para cambiar de sexo, han levantado una enorme polvareda en el deporte universitario estadounidense

El campus de la Universidad de Akron, en Ohio, vivió el pasado 5 de diciembre la irrupción de Lia Thomas , convertida en repentina estrella tras arrasar en tres pruebas del Zippy Invitational: 200, 500 y 1.650 yardas libres. Thomas, nadadora de último ... año en la Universidad de Pensilvania, logró la mejor marca del año en las dos primeras y deslumbró en la última, sacando la friolera de 38 segundos a la segunda clasificada, su compañera de equipo Anna Kalandadze. Pese a la exhibición, no hubo euforia en las gradas ni elogios desmedidos, sino un runrún que acompaña a Thomas desde que en 2019 decidiera iniciar el proceso para cambiar de sexo.
Hasta entonces, y durante los veinte primeros años de su vida, Lia había sido Will Thomas , un fornido mozalbete de más de 1,90 metros que sentía devoción por la piscina. Thomas compitió en el equipo masculino de Pensilvania durante sus tres primeros años en la universidad sin grandes resultados. Al iniciarse la pandemia y cancelarse toda la temporada universitaria, decidió que era el momento de dar el paso. Desde entonces se ha sometido a un tratamiento hormonal para reducir sus niveles de testosterona. Cumplido el año, lo exigido por la NCAA (Asociación Nacional de Deportes Universitarios), ya tiene vía libre para competir.
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La polémica ha evolucionado con fuerza, pues Thomas ha pasado de ser un don nadie en la natación masculina a poner en peligro los récords universitarios de algunos de los iconos deportivos estadounidenses, como Katie Ledecky o Missy Franklin . Ahí parecen haber puesto el límite sus detractores. Nancy Hogshead-Makar , doble campeona olímpica en Los Ángeles 1984, se ha erigido en la portavoz del numeroso grupo opositor a la presencia de Thomas en las competiciones femeninas. La exnadadora escribió una larga carta en el 'Daily Mail' exponiendo datos que justificarían su negativa: «Por norma, los tiempos de las mujeres son un 11% más lentos que los de los hombres. Esa es la diferencia aproximada en los récords mundiales, los olímpicos o los universitarios. Cuanto menor es la distancia recorrida mayor es la brecha. Phelps tenía solo un 0,8% de ventaja sobre su gran rival en los Juegos de Atenas, Ian Crocker. Pero tenía una ventaja del 12,62% sobre la medallista de oro femenina, la australiana Petria Thomas. Lia, sin embargo, solo es un 2,6% más lenta de lo que era antes de la transición en los 200 libres y un 5,76% en los 500 libres. Simplemente, eso no es justo».
Hogshead-Makar echa la culpa de la situación a las normas de la NCAA, y compara la situación de los deportistas trans con la que vivió ella con las nadadoras de la antigua Alemania Oriental. «Estuve en el equipo nacional en los años en los que las nadadoras de Alemania del Este dominaban las competiciones femeninas. Todos sabíamos que estaban haciendo trampa con esteroides anabolizantes. Si gané medallas olímpicas fue gracias a que boicotearon los Juegos de 1984. Para mí fue un alivio. Esas medallas cambiaron la trayectoria de mi vida. En todos esos años compitiendo contra mujeres dopadas solo fueron un poco mejores que yo, pero ninguna de ellas competía contra hombres. Además, si yo hubiera dado positivo por testosterona una vez sufriría una suspensión de cuatro años. Si hubiera dado dos veces, me habrían suspendido de por vida. Eso es así porque la Agencia Mundial Antidopaje sabe que sus efectos se prolongan mucho más allá después de usarla».
Quejas en su propio equipo
La carta de Hogshead-Makar vino acompañada de un aluvión de adhesiones por parte de exdeportistas de primer nivel, como Martina Navratilova, Chris Evert, Daley Thompson o la también medallista olímpica en natación Sharron Davies. Más allá de eso, Cynthia Millen , árbitra de la Federación Estadounidense de Natación durante los últimos treinta años, hizo pública su renuncia en protesta por la decisión de permitir a Thomas nadar con mujeres: «Es un cuerpo masculino nadando contra otros femeninos. No puedo participar en un deporte que permite eso». También han trascendido las quejas de un grupo de padres de la Universidad de Pensilvania por lo que consideran «una amenaza directa para las atletas en todos los deportes». Una de las compañeras de Thomas también relató, de forma anónima, las quejas de las nadadoras ante Mike Schnur , el entrenador del equipo. «Creo que, en privado, todo el mundo sabe que es incorrecto. Pero a nuestro entrenador le gusta mucho ganar».
Lia Thomas ha asegurado que esperaba las reacciones en contra, pero se ha defendido asegurando que está en un régimen continuo de bloqueadores de estrógeno y testosterona, y que cumple de forma escrupulosa con la normativa. «Estoy muy orgullosa de mis tiempos y de mi capacidad para seguir nadando y seguir compitiendo. Estoy contenta y mis entrenadores, también. Eso es lo que me importa», explicó en un podcast del portal especializado 'SwimSwam'. Lia ha encontrado el apoyo de las principales plataformas estadounidenses en defensa de los derechos de las personas transexuales.
Thomas está centrada ahora en la preparación de los campeonatos nacionales universitarios, que se celebrarán en marzo del próximo año en el McAuley Aquatic Center de la Universidad de Georgia Tech. Es el vivero del que tira la Federación para captar a los grandes talentos del país. Para Thomas será un doble reto: tendrá que estar lista para brillar en la piscina y aguantar la indiscutible presión social a la que se verá sometida.
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