Urtasun promete que el nuevo Inaem mantendrá su carácter público
El ministro, que ha encargado a Paz Santa Cecilia la reforma del ente, transmite a los sindicatos que acordará con ellos los cambios
Urtasun recupera a Paz Santa Cecilia para activar la reforma del Inaem

Los planes del Ministerio de Cultura para la reforma del Inaem pasan por preservar el carácter público del organismo encargado de gestionar el teatro, danza y música de producción estatal. El ministro Ernest Urtasun, que el pasado martes nombró a Paz Santa Cecilia ... nueva directora general de la entidad con el encargo de abordar su esperadísima y siempre pospuesta reforma, se comprometió este jueves en una reunión mantenida con los sindicatos a descartar las fórmulas que impliquen algún tipo de privatización y que, en todo caso, los distintos pasos que vaya dando serán negociados con las organizaciones sindicales representadas en el ministerio.
Este compromiso de Urtasun descarta la vía de la fundación que el anterior director general, Joan Francesc Marco, llegó a poner sobre la mesa, sin demasiada convicción, a finales de 2022. Los sindicatos se opusieron con firmeza a esta opción, al considerar que este modelo implicaba la privatización de muchos puestos de trabajo, y el departamento que entonces dirigía Miquel Iceta enterró esos planes. En el encuentro de hoy entre Urtasun con UGT, CC.OO. y CSIF, los sindicatos han recordado la crisis que se vivió en 2018, cuando el PP fusionó el Teatro de la Zarzuela y el Teatro Real, una decisión que el exministro socialista Guirao revirtió unos meses después.
Según fuentes presentes en la reunión, Urtasun dio su palabra de que el Inaem mantendrá su carácter público, dentro del compromiso programático de Sumar de poner el acceso a la cultura al alcance del pueblo. El titular de Cultura no dio más detalles, más allá de lo que dijo esta semana en declaraciones a la prensa: que ha encargado a Paz Santa Cecilia que se ponga a trabajar en este sentido y que espera completar la reforma a lo largo de la legislatura. Con el nombramiento de Santa Cecilia, que ha sido muy bien recibida en el ministerio por su conocimiento del Inaem y por su trayectoria como gestora cultural, Urtasun espera «impulsar las artes escénica y la música en nuestro país».
El ministro es consciente de que antes que él, fueron varios los ministros que se implicaron en esta tarea, y ninguno lo consiguió. El de Guirao, en 2018, fue el último intento serio. Nada más llegar al ministerio, constituyó un grupo de trabajo para dotar al Inaem de una ley propia. La enorme dificultad para poner a todos de acuerdo y el impacto la pandemia, amén de los sucesivos cambios de ministros, dieron al traste con estos planes.
Iceta, más comedido, nunca se comprometió en público con esta reforma, pero sí encargó a Francesc Marco que la explorara. Tras descartar la idea de la fundación, el ex director general barajó después convertir el Inaem en una sociedad mercantil, siguiendo el ejemplo de la Comunidad de Madrid con Madrid Destino, algo que podía ser aprobado por la vía rápida con un decreto. Francesc Marco estaba dispuesto a asumir el coste de ejecutar esta empresa, que desde la sala de máquinas del ministerio asumen como muy complicada, pero Urtasun ha optado por buscar otro perfil.
Por poner en contexto lo que supone la reforma del Inaem, la controvertida figura de la fundación es la que se eligió en su momento para el Teatro Real: en su patronato están representadas las distintas administraciones y recibe financiación pública, pero tiene total autonomía y sus trabajadores no son funcionarios. En la pasada legislatura, Cultura aprobó una ley propia para que el Real tuviera más agilidad a la hora de contratar, pero con el adelanto electoral decayó... y no parece que Urtasun tenga prisa en llevarlo de nuevo al Consejo de Ministros.
La vía de la ley propia es la que se eligió para el Museo del Prado, que sigue adscrito al Museo del Prado y cuyo director depende del ministro de turno, pero tiene capacidad de externalizar puestos de trabajo como el del personal de atención en sala, algo que ha provocado verdaderos quebraderos de cabeza en los museos estatales. Un modelo a caballo entre la fundación y la ley propia es el diseñado para la Biblioteca Nacional o el Museo Reina Sofía, que tienen cierta autonomía en la gestión de su presupuesto al no depender de la intervención previa del Ministerio de Hacienda. Sus trabajadores, eso sí, son empleados públicos.
El Inaem, desde su creación, en 1985, apenas ha sufrido modificaciones, y con el tiempo se ha convertido en un organismo obsoleto y sin herramientas para responder de una manera ágil a la actividad que desempeña. Tiene un déficit crónico de personal, que en estos años se ha revelado incapaz de gestionar las subvenciones de los fondos europeos. Además, su dependencia de Hacienda y su diseño caduco provocan retrasos en los pagos a los actores o grandes dificultades a la hora de contratar a los intérpretes con urgencia. Una queja recurrente de los directores de las distintas unidades que han ido pasando por el Inaem es la cantidad de tiempo que tienen que dedicar a labores administrativas.
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