Juan Ortega, al calabozo: así toreó en la Monumental de Barcelona
«Medio sueño cumplido», dijo ayer el torero después de llenar el aforo
La primera entrevista de Juan Ortega
Gracias, señor Urtasun: ¡va por usted!
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Juan Ortega ha cumplido un sueño. Perdón, «medio»: torear en Barcelona, en una Monumental vacía, en una ciudad taurina que declaran antitaurina. Con las puertas cerradas a las corridas, el torero sevillano se plantó ayer en su ruedo y dibujó lances al aire compartidos en sus redes sociales. Ay como las fotos lleguen al Parlament. Capaces son algunos de mandarlo al calabozo. Pese a ser una actividad cultural que es patrimonio en toda España, pese a que el Tribunal Constitucional tumbara la prohibición y la declarara inconstitucional, en Barcelona no se ve ni un pitón.
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Por ocho votos a favor y tres en contra, el Pleno sostuvo que la abolición del toreo en Cataluña fue una invasión a las competencias del Estado. El principal argumento de la sentencia fue que, si bien la comunidad autónoma tiene potestad para regular espectáculos públicos, e incluso para prohibirlos llegado el caso si es con objeto de proteger a los animales, no lo puede hacer con la tauromaquia. El motivo: la tauromaquia fue declarada por el Gobierno (en sendas leyes de 2013 y 2015) patrimonio cultural inmaterial y la Constitución reserva al Estado cualquier competencia que forme parte del patrimonio cultural español.
Pero a pesar de esa plena legitimidad, no ha vuelto a salir el sol taurino en Barcelona, más allá de los rayos perseverantes de la afición con sus coloquios, como en el que intervino el martes -día del fallo del premio Nacional de Tauromaquia- el torero de Triana en la Ciudad Condal.
«Un gran día para recordar. Muchas gracias a Juan Ortega por su responsabilidad, generosidad y entrega con la afición de Barcelona. Y también a todos los aficionados, que han llenado hasta superar el aforo del salón de actos, por acompañarnos», escribían desde el Club de la Serpiente. Son numerosos los aficionados que se hacían eco de la presencia del sevillano -qué importante es mantener la llama viva de la afición en Cataluña- y también muchos los que reivindicaban que de una vez por todas se dé el paso al frente para la vuelta de los toros a la ciudad. ¿Un imposible? ¿Un sueño? ¿Una quimera?
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