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ABC Cultural

La emoción del toro serio

Alberto Aguilar sufrió una cornada y cortó una oreja como Tomás Sánchez a la corrida de Adolfo Martín

La emoción del toro serio EFE

ANDRÉS AMORÓS

Como San José ha caído en sábado, se alarga un día más la Feria taurina, cuando ya se han quemado las Fallas. La seria corrida de Adolfo Martín trae la emoción que otras tardes hemos echado de menos: cortan oreja Tomás Sánchez y Alberto Aguilar, herido por el último.

Anoche, en la “cremá”, hablaban de toros Rita Barberá, con Vicente Barrera, y Francisco Camps, con Enrique Ponce. La falla iba cayendo, poco a poco, en el fuego: tanto trabajo, tanto arte, tanto esfuerzo... El fuego se lo ha llevado: queda sólo un montón de cenizas. Consumiéndolo, lo ha purificado; y también, esperemos, a nosotros. Y a la Tauromaquia... La corrida de Adolfo Martín está muy bien presentada, con pocos kilos pero cabezas aparatosas. Varios son aplaudidos de salida. El comportamiento es otra cosa: blandean, salta uno la barrera y lo intentan dos más, no dan mucho juego. Los han picado mal, eso sí: mucho y trasero. Rafaelillo , prácticamente, no tiene opciones. A su primero le pegan mucho, tapándole la salida. Recuerdo la frase de don Antonio Chacón: “Yo soy como los toros de Saltillo, que embisten mejor cuando les llega la sangre hasta la pezuña”. No es éste el caso, por desgracia: flojea, se queda muy corto. Sólo puede darle una lidia correcta, sin lucimiento.

El cuarto, serio, con poca codicia, se derrumba: ¿flojo o lesionado? Le piden que lo mate : lo hace con una buena estocada. El valiente murciano prácticamente ha quedado inédito.

Especial emoción se vive con el segundo toro, escurrido pero con muchos pitones. (Recuerdo a Góngora: “Media luna las armas de su frente...”). Salta la barrera y sale distraído, con la cara alta. Tomás Sánchez lo somete, consigue series cortas pero intensas, tragando mucho. Entrando rápido, logra la estocada y la merecida oreja.

Recibe al quinto con buenas verónicas. Es un toro incierto, que humilla pero queda corto. Uno a uno, va sacando naturales de mérito. En uno, es trompicado y queda un rato a merced del toro . El trasteo también ha tenido emoción pero pincha en hueso antes de lograr la estocada. Para lo poco que torea, ha estado muy digno.

Alberto Aguilar sale a demostrar que se merece estar en las Ferias. Su primero intenta saltar, está justo de fuerzas pero mete la cabeza. Lo llama de lejos, adelantando la muleta y tirando bien de él; consigue derechazos templados pero el toro se queda a medias y él diestro pincha.

El sexto, muy veleto, alirado, con casi seis años, transmite mucho. Lo lidia bien, le planta cara, conduce las embestidas. En un derrote, es herido en la pierna izquierda; sangrando y cojo, consigue, a la segunda, la estocada y la oreja: un gesto de hombre.

Se acaban de cumplir los cien años del nacimiento de Gabriel Celaya. He recordado sus versos: “Soy un ibero / y, si embiste la muerte, / yo la toreo”. Ésa sigue siendo la grandeza de nuestra Fiesta.

Ha concluIdo la Feria de Fallas. De todo lo que anoche se quemó, esta mañana ya no quedaba nada. Los bomberos y el servicio de limpiezas de la ciudad funcionan de maravilla. Al salir a la calle, notamos con extrañeza la ausencia de la Falla: como ese vacío que deja una muela, cuando nos la extrae el dentista, y, al día siguiente, seguimos pasando la lengua por el hueco... Una vez más, era necesario que muriera todo lo viejo para que naciera, como pide San Pablo, el hombre nuevo. ¿Llegará también esa regeneración que tanto necesita la Fiesta? Soñemos: un año más, llega la primavera.

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