Federico García Lorca, flamenco en Nueva York
Granada y el poeta son los protagonistas del Flamenco Festival, que lleva casi un cuarto de siglo presentando un arte de raíces muy profundas pero en constante desarrollo
Patricia Guerrero: «El tablao es una parte de mí, no puedo abandonarlo, lo necesito»

«En tres edificios de estos cabe Granada entera»; así describió Nueva York en una carta a su familia Federico García Lorca al poco de llegar a la ciudad de los rascacielos, en el verano de 1929. Y casi cien años después, un grupo ... de flamencos quiere traer a Nueva York un trocito del alma de aquella ciudad que cabe en tres edificios: Granada. La repite cada noche Miguel Marín, creador y director del Flamenco Festival, que lleva veinticuatro años ya presentando en Nueva York la punta de lanza del flamenco español, en un festival que el 'New York Times' calificó en su día como «uno de los acontecimientos más importantes que ocurren en la ciudad».
A lo largo de los años han pasado por las distintas sedes del certamen –que se extiende a ciudades como Miami, Chicago o San Francisco– Paco de Lucía, Miguel Poveda, Enrique Morente, Tomatito, Rafael Riqueni, María Pagés, Estrella Morente, Sara Baras, Marina Heredia –presente también este año–, Vicente Amigo, José Mercé, Rocío Márquez, Antonio Canales, Farruquito, Rocío Molina, Israel Galván, Rafaela Carrasco, Jesús Carmona, Olga Pericet... Incluso Rosalía, que ofreció un concierto en el mítico Joe's Pub, un precioso local que se ha añadido en los últimos años como escenario del festival. Varias generaciones de artistas han dejado en esta ciudad una huella profunda, como la que dejó Federico, a quienes las autoridades granadinas quieren erigir una estatua en el campus de la Universidad de Columbia, donde estuvo el poeta.
Granada –que aspira a ser capital europea de la cultura en 2031– es, pues, la protagonista de esta edición del festival, que se abrió, en otro centro universitario, el CUNY (City University of New York), en plena Quinta Avenida, a la sombra del Empire State Building. Una mesa redonda titulada 'Federico García Lorca, el flamenco y el renacimiento de Harlem' fue seguida por un concierto ofrecido por Kiki Morente junto a Carlos de la Jacoba y Juan Carmona. Después del concierto, desenfadado, fresco y, naturalmente, dedicado a García Lorca, el hijo del inolvidable Enrique Morente se mostraba feliz y relajado, y sonreía orgulloso cuando alguien le recordaba el concierto que su padre ofreció en el BAM (Brooklyn Academy of Music) en 2003 para presentar 'Omega' junto a Lagartija Nick, y que fue todo un acontecimiento que cambió en muchas maneras la mirada hacia el flamenco que tenían los neoyorquinos: «Les rompió los esquemas», dice Miguel Marín, creador y director del Flamenco Festival.

Y es que gracias a artistas como Enrique Morente o Paco de Lucía y a certámenes como el Flamenco Festival, el público neoyorquino ha podido seguir la evolución de un arte de raíces muy profundas pero en constante –e inevitable– desarrollo, que le permite dialogar con otras manifestaciones artísticas, y en muchos casos derrotarlo. Lo han demostrado los tres espectáculos desarrollados en el New York City Center, uno de los templos de la danza en esta ciudad, y que constituyen la 'almendra' del certamen: 'Alter ego', de Patricia Guerrero y Alfonso Losa; 'Muerta de amor', de Manuel Liñán; y 'Yerbagüena (oscuro brillante)', de Eva Yerbabuena.
Tres generaciones, tres propuestas diametralmente diferentes que muestran la asombrosa elasticidad del flamenco y su extraordinaria capacidad de comunicación. Los tres fueron jaleados por un público que abarrotaba el City Center –con 2.200 butacas, se puso el cartel de 'No hay billetes' todos los días–. «Creo que Morente –sigue Marín– impulsó que los artistas perdieran el miedo a ser creativos y a salirse del carril. Y Granada ahora es un lugar con una gran riqueza y diversidad de propuestas, desde las que están enraizados en la tradición hasta los que van un paso más allá en su estética o en los puestas en escena, e incluso en su baile».
Las ovaciones y los 'olés' –alguno de ellos extemporáneo– mostraron en los tres espectáculos la comunión entre público y artistas. Especialmente emotiva fue la función que Patricia Guerrero y Alfonso Losa ofrecieron para cerca de un millar de niños de entre 8 y 12 años, procedentes de colegios de la zona, y que aprendieron a decir '¡Olé!' y '¡Arsa y toma!' «Era impresionante el silencio y la atención con que seguían el espectáculo», se admiraba Patricia Guerrero. Niños y adultos manifestaron al final su entusiasmo. Y es que el público neoyorquino –en las primeras ediciones del festival el español era el idioma preponderante en el patio de butacas; ahora lo es el inglés– es extraordinariamente escandaloso y entusiasta en su respuesta.
Todo lo contrario que el legendario bailarín Mikhail Baryshnikov, que acudió al City Center a ver a Eva Yerbabuena –hace unos años se arrodilló en la puerta del camerino de Rocío Molina para mostrarle su admiración– y felicitarle. La bailaora, que empezó su carrera en Granada (nació en Alemania, hija de emigrantes), le miraba emocionada mientras Baryshnikov le sonreía. «¿Puedo abrazarlo?» fueron las únicas palabras que acertó a decir. Y los dos se abrazaron. Historia de la danza e historia del flamenco.
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