La música en directo en 2022: burbuja de conciertos, entradas más caras y pocas bandas emergentes
ABC le toma el pulso al sector consultando la opinión de una docena de expertos

Si no hay más sustos con la pandemia, cosa que evidentemente está por ver, 2022 debería ser el año de la gran revancha de la música en directo tras el aciago bienio 20-21. Hay ilusión, entusiasmo, pero también ciertos temores en una industria que ... para empezar, deberá encajar un número inusitado de conciertos (los aplazados más los nuevos) en doce meses, una compleja tarea que ya está saturando las reservas de salas y recintos, y que podría complicarse aún más si el exceso de oferta despierta al kraken de la burbuja . Pero hay más cuestiones que están aflorando con el fin de la hibernación del sector, y que se están comentando con preocupación en congresos y coloquios sobre el tema. Una es la del coste de las entradas , que ya están experimentando notables subidas e 'innovaciones' bastante desfavorables para el público, como los 'precios dinámicos' de los tickets de algunos conciertos (cuanto más tardes en comprar, más caro te sale) o los 'complementos' en los abonos de festivales como el FIB, que ha escandalizado a sus clientes con su idea de cobrar un extra por entrar y salir del recinto o por tener un mejor acceso a las duchas. La tercera pata del embrollo que tenemos por delante afecta a las bandas emergentes . Después de dos años sin apenas facturación, los promotores no están para tomar riesgos y presumiblemente apostarán por valores seguros, e incluso puede que reduzcan costes prescindiendo de teloneros. ¿Hasta dónde puede llegar todo esto? ABC ha hablado con una docena de agentes de diferentes estamentos de esta industria para tomarle el pulso a la situación.
«Respecto a la burbuja, ya está sucediendo», alerta Marcos García, fundador de la agencia de management y producción Ayuken MP . «Las ventas de muchos conciertos no son las esperadas por muchos factores, entre ellos la sobreexposición. A partir de enero, en las grandes ciudades habrá conciertos de lunes a domingo, competencia muy feroz, con giras que llevan dos años aplazadas y con artistas de aquí que van a salir todos o casi todos. Va ser muy duro, especialmente para las bandas pequeñas y medianas. Pero quien siempre ha estado en el barro, como nosotros, sobrevivirá, estamos seguros». Juan Santaner, de Industrias Bala , tampoco tiene «ninguna duda» de que habrá burbuja. «Apenas quedan fechas en las principales salas para los próximos seis meses. Pero me preocupa que haya cambios en el público: creo que un 15 o un 20% aún tiene miedo a meterse en una sala cerrada, oscura, muchas veces en un sótano. Y ahora parece que la gente está comprando entradas… aunque las mismas o algo menos que en los pocos conciertos que se pudieron hacer en plena pandemia. Asusta que pueda bajar la asistencia en los próximos meses, porque sigue habiendo muchas estrecheces económicas que en estos primeros momentos de apertura se están obviando. Va a generarse un nuevo 'paradigma' de público, y personalmente me da miedo que cada vez sea mucho más el público de festivales y menos el de salas. A las salas y los pequeños ciclos y festivales se les ha hecho demasiado daño». Lo mismo piensa Juan Antonio Muñoz, de la promotora Madness Live . «¿Burbuja? Sin duda. Las cosas no van a funcionar, ese concepto de que 'hay muchas ganas' o de que 'vuelven los locos años 20' creo que está muy lejos de ser real. Parece que hay una histeria colectiva, la gente lo quiere todo ya, recuperar este año y medio 'robado'. Sucede a las personas, posiblemente a los más jóvenes, pero también a las empresas que, incluyendo nuestro sector, parecen ávidas de recuperar todo lo perdido 'ya y ahora', y esto no va a pasar. Retomar el ritmo tras un hecho tan traumático como el que hemos sufrido va a llevar mucho tiempo. Creo que como mínimo tardaremos en torno a un año en establecernos desde que comience el ritmo normal, y en las giras internacionales esto todavía no ha sucedido y pensamos que volverá en torno a febrero de 2022. Sin duda, lo hemos pasado mal y nos queda aún bastante tiempo pasándolo mal. Es lo que nos ha tocado y no se trata de ser negativos, sino realistas».
Alan Queipo, booker, manager y director del sello Raso Estudio , también observa que «ya hay burbuja» en el sector. «Va a haber una competencia brutal y la demanda puede que suba al principio, por ir recuperando sensaciones de ser humano social e ir volviendo a la tan mencionada 'normalidad'; pero sí que, del mismo modo que habrá salas llenas, habrá más aún vacías o a medio llenar. La cultura del sold out que llevamos años viviendo (es decir, que si no agotas las entradas para tu concierto parece que eres un fracasado que no vende entradas) ha elevado aún más la ansiedad por querer venderlo todo como herramienta de marketing. Y va a haber mucho desencanto. Pero, sobre todo, creo que va a haber una competencia abominable en festivales. Que van a surgir muchos festivales nuevos, muchos de ellos de grandes estructuras que van a competir entre sí, en las mismas fechas y en algunos casos en las mismas ciudades, y eso va a hacer que, como en aquella guerra entre FIB y Summercase, alguien tenga que morir. Un duelo de western de toda la vida, pero con estructuras empresariales dedicadas a la promoción musical, o como queramos llamarlo».
También contesta «sí» a la posibilidad de burbuja el manager y director de Hook Management/Ediciones Musicales, Manuel Notario . «Seguro que va a ver más oferta que demanda, el año que viene van a girar todas las bandas, las que no han girado estos meses, y las que han girado pero lo han hecho en unas condiciones muy difíciles y que ahora tienen que volver a salir a la carretera. Al final se van a juntar todas en 2022».
José Vela, subdirector de Planet Events/Live Nation opina que la creación de la burbuja «es probable», pero cree que «se va a empezar a notar en el segundo trimestre del año que viene, cuando todas las fechas estén anunciadas». Sergio Moreno, booker en Producciones Baltimore , también añade matices: «Esta es una de las cuestiones que rondan la cabeza de muchos promotores y managers. Por un lado, está claro que la gente tiene muchas ganas de ver a sus artistas favoritos sin sillas ni limitaciones. Pero, por otro, está claro que todo el mundo quiere retomar sus festivales y sus conciertos en sala, y muchos promotores han encontrado un nuevo nicho de mercado con los ciclos, lo que hace pensar en una posible saturación. Personalmente, creo que dependerá de las peculiaridades de cada zona y que no habrá una respuesta homogénea en todo el Estado, pero que la tendencia general será la de dividir al público entre tanta propuesta».

No faltan voces que ven algo exagerada la perspectiva de la burbuja. «Es cierto que habrá una oferta amplia de música en vivo para el próximo año, pero no creo que alcance el nivel de burbuja», opina Manuel López, del despacho de abogados especializado Sympathy for the Lawyer . «Sin duda los extremos estarán más acentuados que antes. Siempre ha habido eventos agotando entradas en minutos y otros que tienen que cancelarse por falta de público. Ahora habrá más polarización en esas tendencias, porque el sector necesita un tiempo para calibrar y encontrar un nuevo balance, un tiempo para descubrir las nuevas reglas de mercado. Y una cosa importante, la tecnología jugará un papel fundamental a partir de ahora para analizar y predecir el comportamiento del público; la innovación ya no es una opción. De todas formas, resulta fundamental trabajar en estrategias y políticas, desde las administraciones públicas pero también desde el propio sector, para recuperar el interés y confianza del público hacia la música en vivo, poniendo en valor las cosas que sólo puedes encontrar en un concierto».
Otros trabajadores del sector señalan que esta industria vive instalada en una burbuja permanente. «La burbuja lleva años creándose», asegura Gonçalo Miranda, director artístico de Dreambeach Festival y WAN Festival . «No es un fenómeno de la postpandemia, pero el consumidor es inteligente y sabe cuáles son los eventos de calidad y cuáles no. Y, a la hora de elegir, los artistas también saben escoger con qué promotores trabajar y con cuáles no. ¿Que la oferta es mayor que la demanda? Eso existe desde hace muchos años. Hay muchos conciertos, muchos eventos, y unos funcionan, y otros, no. En suma, no se trata de algo nuevo, ni es que ahora vaya a ocurrir especialmente con un boom de eventos tras la pandemia. La situación es muy similar a la que había antes, y lo que sí se nota es que hay muchas más ganas y voluntad por parte del público para salir y disfrutar».
A esto último se agarra Nacho Córdoba de la todopoderosa Live Nation , para ser optimista. «Nuestra percepción es que el público está teniendo una reacción muy positiva respecto a los anuncios de todos los conciertos internacionales, agotando muchas de las fechas, a las pocas semanas de la salida a la venta. Tras el parón de los últimos meses, muchas bandas quieren salir de gira en el año 2022, lo que provocará que haya una oferta superior a otros años, pero la realidad es que la demanda está ahí».
El más difícil todavía: el panorama emergente
Hace unas semanas, durante una charla en el BIME, uno de los encuentros profesionales más importantes del sector en España, se oyeron frases como «se va a apostar a lo seguro», «se va a prescindir de las bandas emergentes mucho más que antes», o directamente, «no habrá teloneros» para ahorrar en gastos, y también porque según algunos, «estarán muy verdes» tras dos años sin tocar. ¿Afectará realmente esto a las futuras promesas de nuestro pop? «Por supuesto», asegura Alan Queipo (Raso Producciones). «En realidad, los promotores y programadores llevan años apostando casi únicamente por bandas conocidas o que les den supuestas garantías de vender tickets: llevamos asistiendo al mismo festival fotocopiado en cada pueblo de España con el apellido 'Music Festival' o 'Sound' desde hace al menos una década. Pero la era post-covid va a certificar eso, como mínimo durante los próximos dos o tres años que vienen. No solo eso, sino que va a haber más distancia entre la 'clase alta' y la 'clase media' : los festivales se van a matar por tener a los grandes nombres, pagándoles cachés por encima de lo que generan; y a los que estaban en segunda o tercera línea les van a gorronear más, bajándoles las condiciones base y haciéndolos prescindir de hoteles o dietas, convirtiendo a aquella 'clase media' de los carteles en una 'clase media-baja'. Pero sí, lo que era la mal llamada 'letra pequeña' o 'clase indigente' de los carteles ahora no va a hacer falta ni siquiera humillarlos: ya no se los contratará hasta que demuestren, vaya uno a saber cómo, que venden entradas».
«Me temo que los grupos emergentes van a añadir una temporada más de barbecho», dice Juan Santaner de Industrias Bala
Marcos García (Ayuken) está de acuerdo: «No nos engañemos, al final es el lucro el que manda, en el buen sentido: los negocios han de salir bien y al final la música es una línea de negocio más para muchas empresas. Cualquier crisis deja ver las grietas en la estructura, y la música adolecía de muchas antes de la llegada de todo esto: es difícil que después de una época difícil los promotores arriesguen y más fácil que vayan a lo seguro, a lo que se sabe que va a funcionar. Y esto claro, tiene unas consecuencias». El Indio, dueño de la sala Gruta77 y también promotor , reconoce que «a pesar de que aquí siempre se ha apostado por los emergentes, los grupos underground de verdad», el año que viene tendrá que buscar «los sold outs asegurados», porque «llevamos parados casi dos años y hay unos créditos ICO que tarde o temprano tendremos que pagar».
De nuevo, en este aspecto hay quien no habla de probabilidades, sino de una realidad. «En general, y especialmente en el caso de los festivales, está ocurriendo así, es cierto», dice Juan Santaner (Industrias Bala). «Ya pudo verse en los últimos meses, cuando legítimamente los promotores y festivales apostaron por carteles breves y siempre con artistas consagrados. Tiene toda la pinta de que esto va a seguir así. Repito que es algo legítimo y en cierto modo hasta lógico, pero, por un lado, esto está provocando que se desvanezca la idea de festival con personalidad o, lo que es lo mismo, los festivales no se están preocupando por diferenciarse de los demás en aras de ser viables; y por otro, me temo que los grupos emergentes van a añadir una temporada más de barbecho, y ya van a ser tres años como mínimo, porque no se les va a reservar espacios. Y eso es terrorífico».
«Todo apunta a que las giras de artistas pequeños van a sufrir bastante para salir adelante, eso parece que va a ser una realidad», opina Juan Antonio Muñoz (Madness Live). «En las giras internacionales los 'packs' vienen hechos y las bandas emergentes extranjeras que se suman a estas, lo van a hacer igualmente. Este hecho siempre complica o directamente imposibilita incluir bandas locales , pero el juego de las giras es así». Así, ante un panorama poco halagüeño para telonear a los grandes grupos españoles, Muñoz cree que «las bandas locales han de lograr entrar en ese circuito y aprender cómo funciona».
La imposición de una mayor lógica de mercado en próximos meses por una cuestión de necesidad hace que todas estas aseveraciones serán verosímiles. Sin embargo, en este tema es más fácil encontrar opiniones optimistas. «Pienso que los promotores seguirán apostando por las grandes bandas, igual que por teloneros, por bandas nacionales, por bandas pequeñas... Por todo tipo de artistas», dice Gonçalo Miranda (Dreambeach Festival y WAN Festival). «No creo que la reducción de costes pase por eliminar artistas teloneros o por contratar solamente cabezas de cartel. Es imposible crear un cartel solo con headliners. De hecho, los teloneros y los artistas que componen la parte media de un cartel de un festival muchas veces son los que venden el grueso de las entradas. Un promotor con experiencia y conocimiento jamás eliminaría bandas medianas o teloneros ». Similar opinión tiene Manuel Notario (Hook): «El espacio que hay para las bandas emergentes van por un circuito distinto al de las grandes bandas, no creo que se vaya a notar nada, van a seguir teniendo el mismo lugar que tenían antes de la pandemia, un sitio muy difícil pero él mismo».
Que el peso de lo artístico prime sobre lo mercantil es, pues, una esperanza que no debería ser utópica. «Creo que los promotores vienen con muchas ganas de renovar la escena y de apostar por nuevos nombres», asegura Sergio Moreno (Producciones Baltimore). «Ten en cuenta que muchos promotores y programadores nos dedicamos a esto porque nos encanta la música, y eso tiene un componente de responsabilidad a la hora de dar oportunidades a nuevos proyectos. Así que soy optimista en cuanto a las intenciones. El problema es también que muchos programadores hemos estado dos años sin poder hacer las programaciones habituales a las que estábamos acostumbrados, por lo que arrastramos compromisos de los dos años anteriores que harán cierto 'tapón' a la hora de programar grupos que hayan eclosionado este 2021 , por ejemplo. En cuanto a prescindir de los teloneros, en nuestro caso se ha prescindido en los ciclos de 2020 y 2021, principalmente, por motivos sanitarios, pero estamos deseando retomarlos, porque la renovación es esencial en el sector».
Manuel López (Sympathy for the Lawyer) cree que esto último es cierto. «Venimos de dieciocho meses muy duros y son absolutamente entendibles las posturas conservadoras para programar, hacia bandas valor seguro con un buen historial de taquilla. Pero, ¿quién sabe ya lo que es un valor seguro? Debemos tener muy presente que el comportamiento, gustos y hábitos del público han cambiado, y todavía estamos comprendiendo las nuevas dinámicas. Hay grupos que eran una apuesta segura antes de la pandemia y que ahora no tienen el mismo tirón . Ahora vamos a una época con mucha oferta y será importante cierta diferenciación en los carteles, algo que en buena parte se consigue con talento emergente. Además, desde el lado de las discográficas estamos viendo una cierta fiebre por firmar nuevos artistas, y que seguro empujarán en el booking para desarrollar esos fichajes».
José Vela (Planet Events/Live Nation) le da la vuelta a la tortilla a eso de que 'no se contratará a emergentes porque están verdes' alegando que «la pandemia ha influenciado en positivo en lo que se refiere al proceso creativo de muchas bandas, y eso conllevará que más tarde o más temprano aflorarán nuevos talentos emergentes». Él cree firmemente que «no se va a prescindir de teloneros», pero también señala que «estamos viviendo una falsa era dorada debido al número de propuestas artísticas en las que se está trabajando para el futuro».
Barnaby Harrod, director de la promotora Mercury Wheels , se alinea con esta opinión ya que «apostar por las bandas emergentes es la mejor manera de asegurar el futuro de cualquier empresa», pero también ve otro posible efecto negativo, en este caso sobre futuras promesas del pop inglés «por los requerimientos absurdos que hay en este momento para que los grupos británicos giren en España. España es el único país de peso en todo Europa que tiene que pedir un visado costoso y complicado para que un grupo británico toque en España».
¿Qué dice el gran gigante Live Nation respecto a las oportunidades para emergentes? «Deben mantener un espacio importante en las programaciones, tanto en festivales como en los distintos conciertos que se desarrollen en recintos», asegura su portavoz Nacho Córdoba. «Los teloneros o artistas emergentes, no suponen grandes inversiones, pero sí son una parte muy importante del entramado de la música, ya que es la forma que tenemos de desarrollar y descubrir nuevo talento».
El sueldo que se va en ver a nuestros ídolos
El público seguro que quiere descubrir nuevas bandas, pero egoístamente, la cuestión que más le interesa de todo este asunto es qué va a pasar con los precios de las entradas de los conciertos. «Es un debate que existe en el sector, y la respuesta la tendrá el público», dice Sergio Moreno (Baltimore). « Estos dos últimos años han subido los precios por motivos obvios ya que había que pagar casi los mismos cachés con menos de la mitad del aforo, y habrá promotores que hagan el ensayo-error de subir los precios y ver cómo afecta a las ventas. Pero ahora mismo creo que es una absoluta incógnita saber si la gente seguirá pagando más de lo habitual, como ha pasado estos dos últimos años, o querrá volver al modelo anterior».
«Efectivamente, los precios subieron ya durante la pandemia y no parece que vayan a bajar ahora», añade Juan Santaner (Industrias Bala). «Parece que se mantienen elevados. Hay que esperar un poco para saber qué ocurre finalmente con ellos. Pero dudo que se invierta la tendencia». «Es posible que así sea, pero sin duda no es una buena idea para nadie», apunta Juan Antonio Muñoz (Madness Live). «Hay una competencia voraz y no hay huecos. No quedan recintos disponibles prácticamente en todo 2022 , se están concentrando tres años en uno, etc. Tenemos una visión bastante pesimista respecto a este tema por la saturación que viene».
Barnaby Harrod (Mercury Wheels) cree que el encarecimiento no es algo que vaya a ocurrir «necesariamente», alegando que «el coste de las entradas, como siempre, dependerá del fee del artista, los costes de producción y promoción del show y el aforo de la sala». Pero ¿y si alguna de esas variables experimenta cambios? No sería extraño que arrastremos el aumento de costes durante un tiempo, «y eso, lógicamente se verá reflejado en el precio de las entradas», apunta Manuel López (Sympathy for the Lawyer). « Las ayudas públicas durante la pandemia no han sido suficientes para muchas empresas y profesionales, lo que ha provocado cierres y fugas a otros sectores. Esta pérdida del tejido productivo de la música tardará tiempo en recuperarse, y mientras tanto tendremos escasez de venues, profesionales, proveedores, materiales… con el consiguiente efecto de subida en los precios».

Además, como señala Alan Queipo (Raso), no hay que descartar que haya un «reaforo» de las salas. «Tendrán menos capacidad que antes y cobrarán alquileres más altos. Esto va a hacer que, para el promotor, recuperar el dinero sea más difícil. Esto llevará a subir el precio de las entradas, sobre todo en conciertos en salas . En festivales dependerá de la inversión de marcas y de los costes generales; pero creo que se notará más en los conciertos en salas y pabellones. Nos estamos acostumbrando a que conciertos de artistas nacionales cuesten treinta euros, y ahora nos acostumbraremos a que los conciertos internacionales cuesten, de base, unos ochenta».
José Vela (Planet Events/Live Nation) no está de acuerdo en que el encarecimiento vaya a ser una realidad. «Con toda la oferta de giras nacionales que hay los precios se verán reducidos debido a la competencia. En los internacionales medianos se mantendrán, las grandes estrellas internacionales seguirán teniendo precios elevados porque hay muchas ganas de verles». Pero hay quienes mantienen cierta cautela al posicionarse en este tema. «No sé si los precios subirán en todos los casos», dice Marcos García (Ayuken). « Hay cachés que sabemos a ciencia cierta que han subido , muchos cambios de agentes europeos y americanos, muchas agencias se han disuelto, agentes que han montado las suyas propias, y eso siempre afecta». «Nosotros no hemos tocado el precio de las entradas hemos mantenido los mismos precios que teníamos en 2019», dice Manuel Notario (Hook), que sí ve claro que van a subir «las entradas de los grupos extranjeros, sobre todo los ingleses».
Respecto a este tema de los precios, Gonçalo Miranda (Dreambeach, Wan) quiere recordar que «los precios de las entradas de los festivales y de las giras en España son mucho más bajos que en cualquier otro país de Europa. El precio medio de un festival en Holanda ronda los 120, 140 o 150 euros. En Estados Unidos hay festivales que cuestan 400 o 500. Y en España, festivales muy importantes salimos a la venta con el abono de 3 días a 35. Por tanto, pienso que los precios de los festivales en España son más que adecuados y más que correctos».
A pesar de esta opinión, la realidad es que el público está evidenciando su indignación con ciertos precios de entradas , como por ejemplo las de la gira española de Red Hot Chili Peppers que rozan los cien euros. La promotora que los trae, Live Nation se defiende: «Hasta la fecha, todos los eventos y promotores hemos tratado de mantener los mismos rangos de precios que existían en el año 2019 y así evitar cualquier subida indiscriminada, teniendo en cuenta además que venimos de 22 meses donde no ha habido una actividad normal en el sector», dice Nacho Córdoba.
Conclusiones y estrategias: ante todo mucha calma
Una vez demostrado que en el sector no hay consenso acerca de las perspectivas para el año que viene, hay que recordar que en este asunto todo es muy relativo y cambiante. Como señala Albert Salmerón, presidente de la Asociación de Promotores Musicales (APM) , lo único que está claro es que «va a haber es más eventos, y aunque eso puede ser un problema y quizá cueste vender las entradas y haya algo de burbuja, será puntual y no algo generado por una tendencia. Será más un reajuste que una burbuja. Tampoco creo que vaya a haber menos oportunidades para bandas emergentes ni que se vaya a contratar a menos teloneros. Especialmente en festivales siguen siendo muy necesarios, por la parte presupuestaria y por la parte de programación».
De todas las opiniones consultadas para este reportaje, una de las que mejor sintetiza la problemática y la afronta con mayor ponderación y audacia estratégica es la de Kin Martínez, director de la agencia Esmerarte, manager de grupos como Vetusta Morla o Xoel López y presidente de la Federación de la Música Española Es_Música . «Los costes han subido por los protocolos de la pandemia, y los precios de las entradas también lo harán. Hay que recordar que el sector ha estado dos años luchando no para ganar dinero, sino para no desaparecer. Ahora, de cara a 2022 y 2023 hay que recuperar lo aplazado. Ha habido ciclos nuevos que se suman, y el problema es que tiene que haber artistas rentables para todos, y de esos hay pocos a nivel nacional. De hecho son un ramillete contado, y ahora están sobreexpuestos, con exceso de programación. Si se suben los precios, como está pasando con artistas internacionales, se menguan los presupuestos para los nacionales. Va a haber mucha demanda de muy pocos artistas, y el talento emergente va a quedar comprometido, hasta el punto de que sus cachés van a ser muy, muy, muy pequeños . Urge un plan de desarrollo de talento, porque si no tendremos un mercado desequilibrado y entraremos en un panorama que no pintará nada bien. Con tanta programación, si hay un buen plan sectorial de desarrollo de nuevos talentos, vamos a tener un tejido artístico-industrial más grande Tenemos que comprometernos todos, instituciones, promotoras y el resto de agentes, para trabajar en ello. Otro problema es que los jóvenes que cumplieron dieciocho años en pandemia, que nunca habían ido a un concierto, ahora tienen veinte y no se les ha generado ese hábito porque no lo han vivido».
«Poco se habla de las estrategias de comunicación y marketing que vamos a tener que crear los profesionales y los artistas», añade la directora de comunicación y marketing en Planet Events/Live Nation, Beatriz de la Guardia , en un último apunte que concierne al trabajo de los comunicadores el embrollo que se acerca. «Por un lado, puede que al no haber podido girar bien en 2020 y 2021, haya artistas que se estén dando prisa por sacar un disco en 2022 sin respetar los procesos creativos. Y por otro, en muchos casos, una gira ha podido ser aplazada hasta tres veces y ahora cambiar de nombre para 2022. Es una locura que ni el seguidor, que posiblemente haya mantenido el ticket, comprende, y además está todo el proceso que conlleva: cambiar la comunicación, el concepto y todos sus materiales, incluyendo los tickets... Y lo mismo que ocurre con las salas, ocurre con los medios, ¿va a haber espacio de todas las comunicaciones en ellos con tanta oferta? No lo creo . Los departamentos de comunicación no hemos parado de trabajar en pandemia, comunicando aplazamientos y cancelaciones y ahora volvemos a estar a pie de cañón. Creo realmente que vamos a tener que ser todos más creativos para poder llegar tanto al seguidor, como al medio, con tantas giras comunicadas a la vez».
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