Abraham Boba: «Me gustaría que la gente no dijese que es otro libro de músico metido a poeta»
El cantante y compositor, alma de León Benavente, publica ‘Esto no es una canción’, su primera incursión en la literatura

Abraham Boba, fotografiado en una céntrica calle de Madrid poco después de la entrevista
David Cobas es Abraham Boba , y Abraham Boba es David Cobas, aunque un nombre aparezca en el carné de identidad y el otro sea el seudónimo que el músico adoptó, hace años, para dar rienda suelta a sus muchas inquietudes creativas. La identidad de ... ambos es tan indisoluble que, de hecho, sus compañeros en León Benavente , el grupo que fundó junto con Luis Rodríguez, Eduardo Baos, y César Verdú en 2012, son incapaces de llamarle David. Le llaman Boba que, en realidad, es como se dirige a él su gente, los más cercanos. Y luego está el caso de Nacho Vegas , para el que es Abraham. Lo mismo da que da lo mismo, pues el genio no entiende de nomenclaturas, de términos ni etiquetas. Ambos nombres aparecen, de hecho, en la cubierta de ‘Esto no es una canción’ (Espasa Es Poesía), el libro de poemas con el que debuta en la literatura y que acaba de llegar a las librerías. Una obra en la que sí, está presente el acento inconfundible de Abraham Boba , su sello, aquello que hace que tu cuerpo se ponga a vibrar, de ritmo y emoción, al escuchar cualquiera de sus canciones, pero que es algo distinto, abordado desde su absoluto respeto por la palabra escrita.
«Sé que el de la poesía y el de la escritura de canciones son dos mundos muy parejos, pero yo veo bastante diferencia», asegura. Lo hace sentado en una céntrica terraza madrileña, entre el bullicio de las obras de un edificio en el que estaba ubicado el estudio donde grabó su primer disco y que en breve será una urbanización de pisos de lujo. Será cosa de la gentrificación, que no atiende a pandemias, o de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Quién sabe. El caso es que, a finales de 2019, Boba llevaba muchos años aquí, en Madrid, «muchos años de dinámica de giras, muchas personas alrededor, muchos inputs de gente diciéndote qué es lo que eres, qué bueno eres o qué malo eres, todo ese tipo de cosas que, al final, te acaban afectando», sobre todo a alguien como él, que necesita «soledad, concentración, evadirse de todo para crear».
El músico sabía que, tarde o temprano, terminaría regresando a su Galicia natal, y le pareció que aquel, por las circunstancias que le rodeaban, era el mejor momento para tomar una decisión que llevaba demasiado tiempo posponiendo. Decidió alejarse del mundanal ruido y se instaló en una pequeña aldea, a sólo diez kilómetros de Vigo, en el Val Miñor, la misma en la que pasó todos los veranos de esa infancia en la que uno siempre es feliz o, al menos, conserva el recuerdo de haberlo sido.
Regreso a casa
«Los lugares donde nacemos de alguna manera nos marcan. Irme a un pueblo, estar solo, al margen de que sea Galicia, con toda la connotación que tiene, es una apuesta y es un compromiso con la creación. A mí no me interesa formar una familia, no entiendo la vida así, tengo un compromiso con la creación muy fuerte y ese es uno de los motivos que me llevó ahí», explica. Aquella mudanza fue el «pistoletazo de salida» de un «proyecto» al que Boba «llevaba tiempo dando vueltas», y allí escribió «el 85% de lo que hay en el libro». El traslado fue, según confiesa, el «acicate para hacerlo, y el otro fue Belén». Boba se refiere a Belén Bermejo , la editora de Espasa fallecida de cáncer en junio del año pasado que le convenció, con su estimulante ilusión, para que publicara el libro, que fue el último, además, que ella supervisó, ya enferma y desde casa.
La editora Belén Bermejo, en el centro, fotografiada junto con miembros de León Benavente y Tulsa
Una vez allí, Boba cogió papel y bolígrafo, y se puso a escribir. Y resultó ser una experiencia totalmente liberadora, inesperada. «Para una canción, normalmente necesito tener un instrumento, que en mi caso suele ser un piano, un bolígrafo y un papel, y eso ya te dota de un contexto, al margen de todas las limitaciones que pueda tener una canción por su estructura o su melodía. Enfrentarme a escribir sólo con un papel y un bolígrafo a mí me resulta liberador, porque tienes más libertad, sobre todo yo, que no me considero un escritor o un poeta de jugar con las sílabas, de medir. Nunca me ha interesado escribir así, no es la poesía que más me interesa y, además, creo que no tengo las herramientas para hacerlo, no sería honesto hacerlo así», sostiene. Por eso, Boba no considera que ‘Esto no es una canción’ sea un libro de poemas, o no, al menos, un libro de poemas al uso.
Sí están presentes, y de manera muy evidente, además, los temas que, a lo largo de toda su trayectoria artística, se han ido repitiendo, porque son los que más le preocupan y ocupan, por tanto, su tiempo. En especial, aquello que tiene que ver con la dimensión íntima que siempre tiene lo público, de la misma manera que lo privado es, invariablemente, personal. Todo ello bajo la poderosa, en el fondo y en la forma, influencia de Raymond Carver , pero también de poetas como Louise Glück, Anne Carson o Mary Oliver, a las que ha descubierto en lecturas recientes, además de otros coetáneos, como Violeta Gil, María Gallardo o Rafael Espejo.
Un material íntimo
Boba reconoce que en el libro «hay temáticas que no se me ocurriría incluir en una canción, sobre todo toda la parte central, que tiene que ver con recuerdos de mi infancia, de mi adolescencia, un material quizá mucho más íntimo que el de las canciones». Algo que se debe a que, en el fondo, «en las canciones yo siempre estoy eludiendo la parte autobiográfica, aunque sea imposible, porque tus vivencias son las que te hacen tratar un tema de una manera o de otra. Hay material en este libro que sería imposible transformarlo en canciones». En ese sentido, Boba es consciente de que, en este tiempo que nos ha tocado vivir, «la pandemia ha absorbido todas las otras temáticas posibles», y eso a él le «da bastante respeto, porque para acercarse a determinados temas, tanto públicos como íntimos, tiene que pasar un tiempo, tiene que haber una distancia». Por eso, cuando «veía a la gente sacar canciones en pleno confinamiento sobre lo que estaba pasando me resultaban… A mí no me interesa eso. Para hablar de un tema que en lo público es lo que más nos ha afectado en las últimas décadas tiene que pasar un tiempo para saber de qué forma me tengo que acercar, e intentar no caer en las primeras reflexiones, que suelen ser las más obvias».
En uno de los versos de ‘Esto no es una canción’, Boba escribe que ha venido «aquí a tratar de entender la soledad, que es mucho más difícil que asumirla». ¿Uno escribe para estar menos solo? «Yo creo que se escribe para poner en orden todos los pensamientos que normalmente vienen a tu cabeza cuando estás solo. Al menos, mi caso es ese. Esto de escribir, al fin y al cabo, es un oficio y yo, que me considero un autor de canciones sobre todo, más incluso que un músico, a lo largo de los años he ido sabiendo distinguir cuál es mi forma ideal para trabajar. Y mi forma ideal para trabajar tiene que ver con estar solo». Una «manera de trabajar» que, por un lado, «es muy gratificante», porque le da resultados, pero que, por otro, «es dura, porque es alejarte un poco del mundo». «La soledad está bien en cierto momento, pero todos hemos comprobado, sobre todo en estos últimos tiempos, que somos seres sociales y que necesitamos a gente a nuestro alrededor que nos de cariño y a la que dar cariño», reflexiona.
Ante el dispar recibimiento que suelen tener los libros de poesía salidos de esferas alejadas de los púlpitos líricos, tradicionales, Boba se muestra prudente, y respetuoso. «Yo sé que a ellos no les gusta, somos intrusos. Todo esto es oficio, y es escribir mucho, no es una ocurrencia que tú pones. No por saber escribir canciones vas a poder hacer un buen libro, y a mí eso me ponía en un grado de exigencia que hacía que siempre me echase para atrás. Una de las premisas que tenía era intentar hacer un libro que no fuese el típico libro de músico. La poesía me parece la forma literaria más cercana a mí. Realmente, lo que me gustaría es que la gente no dijese: “Ah, otro libro de músico metido a poeta”», remata.