Hallan en Arizona un cañón de la expedición de Coronado en busca de las Siete Ciudades de oro de Cíbola

Avivado por la leyenda española sobre siete opulentas urbes fundadas al otro lado del mar y los relatos sobre una ciudad bañada de oro en una región llamada Cíbola, el virrey de Nueva España Antonio de Mendoza organizó una expedición a mediados del siglo XVI a las desconocidas tierras de lo que hoy es EE.UU.

Tras unos reconocimientos previos del franciscano Marcos de Niza y de Melchor Díaz, Coronado partió a principios de 1540, seguido de unas 2800 personas y miles de cabezas de ganado. Lejos de encontrar riquezas, en su recorrido por lo que hoy son Nuevo México, Arizona, Texas, Oklahoma y Kansas, se topó con modestos asentamientos indígenas y en 1542 dio por finalizada su infructuosa misión sin haber podido establecer encomiendas con las que obtener ganancias.

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Algunos de los asentamientos fundados al paso de la expedición tuvieron, además, una efímera existencia. Ese fue el caso de San Gerónimo III, el primer sitio genuino de Coronado descubierto en lo que ahora es Arizona y el primero europeo que se habría establecido en el oeste de los Estados Unidos. Apenas transcurridos unos meses de la fundación, el pueblo fue destruido por los Sobaipuri O'odham en «el levantamiento nativo más temprano y de mayor trascendencia en los Estados Unidos continentales«, según los investigadores, porque los europeos no regresaron al lugar hasta 150 años después.

Ante los abusos del capitán Diego de Alcaraz, máxima autoridad de la localidad, los indígenas atacaron la población al amanecer, sorprendiendo en sus camas a los españoles. Los arqueólogos han recuperado fragmentos de cerámicas y vidrio y recipientes de aceitunas que datan de tiempos de Coronado, así como más de 80 puntas de flecha y de ballesta de cobre y hierro, balas de plomo y partes de armas de la época, vestigios de la batalla de 1541.

En el derrumbe de una pared de adobe y piedra, hallaron el cañón de bronce de 106 centímetros de longitud y unos 18 kilos de peso. Esta especie de culebrina de pequeño calibre habría sido transportada en mula o caballo para proteger a los residentes, pero los artilleros no debieron de tener tiempo de utilizarla ya que se encontró descargada, sin signos de haber sido usada en la contienda.

El techo se derrumbó sobre el cañón o una plataforma contigua la ocultó, preservándola durante 480 años. Aunque análisis de carbono 14 y de luminiscencia datan la destrucción del lugar en tiempos de Coronado, el arma de bronce fundido es anterior, del siglo XV. «Era prácticamente obsoleta en el momento de la expedición», señalan los investigadores. Por su sencillez y su falta de ornamentación, piensan que pudo haber sido fundido en México o, al menos, en el continente americano. Quedan muy pocos cañones de bronce de la época, ya que la mayoría se fundieron en otros más modernos, en campanas de iglesias o en otros objetos.

Según señaló James Levy, exconservador jefe del Museo Estatal de Florida en Tallahassee, a los investigadores no se conocen armas de fuego de las expediciones de Juan Ponce de León, Hernando de Soto o Lucas Vázquez de Ayllón. El cañón encontrado en Arizona es el primero descubierto de la expedición de Coronado y quizá el más antiguo hallado en el continente, excluyendo los encontrados en naufragios. Los cañones de hierro de La Española que podrían estar asociados a Colón son anteriores, pero es muy posible que procedan de naufragios.

El hecho de que no se hayan descubierto más cañones antiguos se relaciona, a juicio de los investigadores, con los pocos asentamientos de la expedición de Coronado hallados hasta ahora. «Se habían encontrado yacimientos en la zona de Albuquerque (Nuevo México) y uno en Texas, en los Estados Unidos, pero no se conocía ninguno al sur de Cíbola. Esta es la primera vez que se han encontrado sitios en Arizona y la primera vez que se han hallado a lo largo de la ruta de forma sistemática«, señala a ABC Deni J. Seymour, autora principal del estudio.

La mayoría de los yacimientos eran escenarios de batalla en pueblos conocidos o sitios encontrados por casualidad, pero Seymour ha descubierto 12 campamentos, incluido el de Chichilticale de dos meses de duración y el de San Gerónimo III donde se encontró el cañón. «Es la primera vez que se han encontrado tantos sitios», se felicita.

La expedición de Coronado «es el primer contacto entre europeos y nativos y eso lo hace especialmente interesante«, añade. En Estados Unidos, «cualquiera que conozca la historia conoce la expedición de Coronado», aunque «de forma vaga», según la arqueóloga, y un buen número de lugares llevan su nombre (incluido un parque nacional, una ruta panorámica y varias escuelas y calles). «Todo el mundo ha especulado sobre por dónde pasaba la ruta» porque «se considera un honor que una ciudad esté a lo largo del recorrido», asegura.

Los arqueólogos e historiadores han buscado durante años y recientemente se están empezando a definir los rastros de Soto, Coronado y otros exploradores y conquistadores posteriores, según relata Seymour. «Estamos comenzando a aprender mucho más, pero aún tenemos un largo camino por recorrer». La expedición estaba integrada por españoles, pero también por otros europeos y por nativos mexicanos. «Es interesante ver cuán diferentes son sus objetos y cómo nos hablan de una época diferente», concluye.