Honores para las más de 600 víctimas de dos galeones españoles, 300 años después
La Armada española y la dominicana conmemoran el naufragio del 'Nuestra Señora de Guadalupe' y el 'Tolosa' en 1724 ante las costas de Samaná
Galeón San José: Colombia se compromete a reformar la ley que aún permite operar a los cazatesoros y comercializar piezas arqueológicas

'La muerte no es el final' siempre estremece, más aún si suena por primera vez en recuerdo de víctimas de las que se conoce su historia: esas cinco hermanas de Cádiz que habían quedado huérfanas y viajaban a México para ser acogidas por su ... tío, ese padre y dos hijos de la Coruña que se iban a reunir con el hermano mayor recién casado en Veracruz, el teniente general y comandante de la Flota de Azogue Baltasar de Guevara...
Más de 650 personas de toda clase y condición, desde personalidades de prestigio a un grupo de franciscanos, soldados, marinos o familias enteras murieron en 1724 en el naufragio de los navíos españoles Nuestra Señora de Guadalupe y el San José, alias Conde de Tolosa' frente a las costas dominicanas. Y a todas ellas la Armada española y la dominicana rindieron homenaje casi 300 años después en la Fortaleza Ozama de Santo Domingo, una de las más antiguas construidas por los españoles en América.
«Ha sido muy emotivo, la verdad«, confiesa Carlos León Amores, del Proyecto Galeones de Azogue, que conoce como pocos las vidas perdidas en esta tragedia. El arqueólogo español lleva años investigando los restos de estos navíos dedicados al transporte del valioso mercurio con el que se extraía la plata, junto a Cruz Apestegui y los recientemente fallecidos Manu Izaguirre y Francis Soto, también recordados ayer.
En el homenaje, organizado por la Embajada de España con la colaboración de la Armada dominicana y el Ministerio de Cultura, participó una guardia de honor conjunta y dos secciones de guardiamarinas del buque escuela Juan Sebastián de Elcano (de escala en Santo Domingo hasta el 9 de marzo) y de la Academia Naval 'Vicealmirante César A. de Windt Lavandier', por parte dominicana.
Tras los himnos nacionales de ambas naciones, el embajador español Antonio Pérez y el viceministro dominicano de Defensa para Asuntos Navales y Costeros, el vicealmirante Ramón Betances, pronunciaron unas palabras. Después llegó el momento en el que la unidad de música de la Armada Española interpretó 'La muerte no es el final' mientras se depositaba una ofrenda floral ante un ancla recuperada del Tolosa. Un toque de ofrenda por parte de la Armada dominicana y la Salve Marinera seguida de nuevo por los himnos nacionales cerró este homenaje que salda una deuda moral de tres siglos con las víctimas del naufragio de la Flota de Azogue.
Tragedia y odisea
Ocurrió en una noche funesta, la del 23 de agosto de 1724. El Guadalupe y el Tolosa habían partido esa mañana de la isla de Puerto Rico con destino a Veracruz, pero antes de superar el cabo Samaná se vieron atrapados en un fuerte temporal, posiblemente un huracán. En un golpe de mar se fue a pique el Tolosa, arrastrando a unos 20 metros de profundidad a unos 600 tripulantes y pasajeros, que murieron ahogados. Solo 14 se salvaron, aferrados a la cofa que aún sobresalía entre las olas.
Otras más de ochenta personas que viajaban a bordo del Guadalupe perecieron al tratar de llegar a nado hasta la costa, después de que el galeón perdiera el timón y varara en un fondo de arena. Solo dos lo consiguieron entre el violento oleaje. El comandante Baltasar de Guevara moriría al día siguiente, al volcar la embarcación en la que pretendía ir a tierra para organizar el rescate.
Por fortuna, los demás supervivientes lograron llegar a tierra y divididos en grupos, partieron en busca de ayuda. Una veintena de hombres navegó en la lancha en dirección al norte, donde creían que había un puerto francés y el resto caminó tierra adentro. Casi trescientos siguieron la costa hacia el sur, durante más de 275 kilómetros de playas desiertas, manglares, caudalosos ríos y abruptos farallones de roca hasta que los supervivientes fueron rescatados por unos pescadores. Otros 250, muchos de ellos heridos y enfermos, esperaron en la playa hasta que, pasados 18 días, decidieron seguir los pasos de sus compañeros de infortunio. Tuvieron mejor suerte, porque fueron socorridos antes, a la altura de Macao.

Hoy muchas familias dominicanas descienden de esos 550 supervivientes del Guadalupe y el Tolosa que salieron de Cádiz con 8.000 quintales de mercurio en sus bodegas, además de cajones con clavazón, rejas de arar, aceite, vino, aguardiente y un importante lote de bulas papales.
Con el tiempo su historia cayó en el olvido, hasta que en 1976 se localizaron los restos del Guadalupe en una zona de arrecifes en la costa de Miches, a unos seis metros de profundidad. El gobierno dominicano firmó un contrato con la empresa del cazatesoros Tracy Bowden, que costeó las primeras operaciones en el pecio a cambio del 50% de los objetos arqueológicos rescatados, aunque con el derecho por parte de las autoridades de adquirir las piezas que considerase de especial valor histórico o arqueológico.
La falta de metodología arqueológica de este rescate y del practicado en el Tolosa, localizado por Bowden en la misma zona, impide hoy reconstruir muchos capítulos esenciales de la historia de estos yacimientos. Un relato que desde 1994 intentan desentrañar con métodos científicos los expertos del Proyecto Galeones de Azogue.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete