a la contra
Están cerca
¿Es prebélica la situación o somos unos neuróticos fácilmente impresionables? ¿Somos, como sociedad, una masa temerosa y manipulable?
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Cuenta Plutarco que Leónidas, llegando a las Termópilas y en contestación a uno de los suyos que exclamaba, temeroso, «están cerca de nosotros», dijo: «Efectivamente, y también nosotros estamos cerca de ellos». Hoy y aquí, sin embargo, la perspectiva de posibles guerras fronterizas ha ... dejado de ser lejana y se habla de rearme y compromiso con la defensa. Por temor. Vuelve el terror a un conflicto armado a instalarse entre las sociedades occidentales. Por proximidad.
Y también nosotros estamos cerca de ellos, a lo Leónidas. Aunque, siendo un poco menos chulos, solo contemplamos el peligro como de una única vía. ¿Está Europa asumiendo voluntariamente, un papel de intimidado preventivamente acomodaticio? ¿Hay miedo también en el otro lado? ¿Cuánto hay de respuesta ante una amenaza real en la alerta prebélica de la UE a sus ciudadanos y cuánto de impostura a lo diva airada?
Que el fenómeno existe, el miedo a un enfrentamiento bélico, a nivel social, está fuera de toda duda. Se le ha puesto, incluso, nombre: ansiedad de la guerra (o trastorno de estrés por los titulares, que me gusta mucho más por la parte que nos toca).
Que el fenómeno existe, el miedo a un enfrentamiento bélico, a nivel social, está fuera de toda duda
Genera en algunos ciudadanos una abrumadora sensación de fragilidad, de ausencia de control. Y ni siquiera se necesita que la amenaza sea real, pues, tanto la real como la imaginaria, lo que provoca es un efecto real. Y, si hasta este momento y desde la Guerra Fría, la disuasión mutua entre bloques era el que nos mantenía a salvo de la amenaza, ahora ese acuerdo tácito parece haber saltado por los aires.
Las acomodadas sociedades, que veíamos en la guerra una ficción o un pasado remoto, leemos ahora cómo se multiplican a nuestro alrededor los potenciales conflictos que podrían desembocar en enfrentamientos y graves consecuencias: Rusia no renuncia al avance en Ucrania y Ucrania no está dispuesta a consentir una paz sin garantías; China parece dispuesta a invadir Taiwán y Taiwán se prepara para un eventual ataque; Israel no cede en Gaza y Gaza continúa bajo el sometimiento de Hamás; Trump no se compromete con la defensa ni de Taiwán, ni de Ucrania y, a la que pueda, nos convierte Gaza en un resort, los principios medulares de las democracias liberales se ven amenazados en Hungría, en Polonia, en España… ¿Es prebélica la situación o somos, en realidad, unos neuróticos fácilmente impresionables? ¿Somos, como sociedad, una masa temerosa y manipulable?
En 1928, el político Arthur Ponsonby publicaba ‘Falsedad en tiempos de guerra’, del que podríamos extractar diez principios básicos de toda propaganda de guerra: nosotros no queremos la guerra, sólo nos defendemos; nuestro adversario es el único responsable; su líder es malo, es el diablo mismo; estamos defendiendo una causa noble, no nuestros intereses particulares; el enemigo comete atrocidades adrede, nosotros solo errores sin mala intención; ellos hacen uso de armas ilegales; sufrimos pocas pérdidas, las del enemigo son considerables; intelectuales y artistas reconocidos nos apoyan; es esta una causa sagrada; quien la pone en duda es un traidor.
¿Identifican alguno de estos principios en lo que está ocurriendo, en las noticias que nos llegan y en cómo nos llegan, en los discursos de nuestros dirigentes? ¿Podríamos estar, si no ante propaganda de guerra, ante propaganda intencionalmente de preguerra? Tal vez al otro lado también sea noble y sagrada la causa, no quieran la guerra y nuestras potenciales atrocidades constituyan una amenaza frente a sus errores sin mala intención. Están cerca de nosotros, pero también nosotros estamos cerca de ellos.
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