ARTE
Cardiff & Bures: el sueño del sonido produce catastrofes
Con el apoyo de la TBA-21 (es uno de los eventos del aniversario de la fundación este año) y en el espacio de Matadero-Madrid, la pareja conformada por Janet Cardiff & George Bures Miller constata el poder de lo sonoro

Tras un sueño inquietante, sentimos la urgencia de contar lo acontecido y, apenas empezamos a hablar, todo parece deshilacharse, como si una densa niebla se adueñara de aquel territorio misterioso y nocturno. Acaso sea necesario, como han hecho , generar un paisaje sonoro ... que produzca otra ensoñación en plena vigila. ‘The Murder of Crows’ (2008), obra encargada para la 16ª Bienal de Sydney y producida en colaboración con TBA-21 (la fundación de Francesca Thyssen), se presenta por primera vez en España en la Nave 0 de Matadero. Esta instalación se reduce en el aspecto visual a 98 canales de audio, un viejo megáfono sobre una mesa y un montón de sillas, abriendo en su dimensión sonora y narrativa la imaginación hasta lo inquietante.
Amplio currículum
La pareja formada por Cardiff y Bures tiene una consolidada trayectoria, y así han realizado importantes exposiciones en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (2019), la Fundación Louis Vuitton (2017), la Menil Collection de Houston (2015) o los Claustros del Metropolitan (2013). Fueron premiados en la Bienal de Venecia de 2001 por ‘The Paradise Institute’, que fue su intervención en el Pabellón de Canadá. En España se ha podido ver su obra en la muestra ‘The Killing Machine y otras historias’, en el MACBA (2007), y la magnífica instalación ‘El hacedor de marionetas’ (2015), en el Palacio de Cristal del MNCARS, con aquella caravana en la que se encontraba una hiperreal Bella Durmiente rodeada de marionetas.
Estos artistas consiguen literalmente envolver con sonido a los espectadores, subrayando las propiedades físicas y escultóricas de la materia sonora. En ‘The Murder of Crows’ lo visible surge de lo que escuchamos, en una corporalización de sueños oscuros. Esta instalación está, como declaran los artistas, inspirada en el grabado ‘El sueño de la razón produce monstruos’ (1799), de Goya . El sujeto adormecido con los búhos y los murciélagos alrededor proyecta su sombrío ánimo sobre los ‘espectadores’, o, mejor, aquellos que están a la escucha del desastre en curso. Cardiff y Bures reinterpretan un ‘capricho’ dramático con su réquiem por un mundo que ha perdido el rumbo.

Durante media hora escuchamos cómo se van yuxtaponiendo sonidos que van desde el ruido industrial al batir de las olas, una plegaria tibetana, aleteos y graznidos de cuervos, un coro ‘estalinista’ o el rasgueo de una guitarra; también un sonido agudo que nos taladra a la vez que un jadeo, voces infantiles a lo lejos que parecen evocar el placer del juego o el viento que recuerda las inclemencias existenciales. El público se sienta y, en ocasiones, hasta prefieren tumbarse para adentrarse en estas ensoñaciones sonoras.
«Nos interesa -ha declarado Janet Cardiff- la complejidad de las emociones, sacudir y desconcertar al público. Los ruidos pueden asustarnos, su presencia invisible y fantasmal está vinculada a los miedos ancestrales». En la Documenta de 2013 instalaron en el parque de Karlsaue la pieza ‘Forest (for a Thousand Years)’, convocando el sueño hitleriano del Reich milenario que se transforma en un bombardeo que hace que los pájaros enloquezcan. Carolyn Christov-Bakargiev habló del «síndrome del miembro-fantasma» en torno a la obra de estos artistas que también impresionaron a Enrique Vila-Matas tal y como queda sedimentado en las páginas de su excepcional libro ‘Kassel no invita a la lógica’.
Estos creadores, que han recordado la impresión que sintieron al ver ‘Blade Runner’ y que han sabido encajar en su maravillosa instalación ‘The Dark Room’ (1995) la canción ‘Somewhere over the Rainbow’ de Judy Garland, han reducido al mínimo lo escenográfico en ‘Murder of Crows’. Hace años Cardiff caminaba por el cementerio en Banff y grababa una descripción del lugar en audio. Cuando luego escuchó su voz se percató del poder que tenía, y de ahí surgió ‘Forrest Walk’.
Los artistas subrayan las propiedades físicas y escultóricas de la materia sonora
Desde entonces no han dejado de generar deambulaciones sonoras, tratando de dar voz a las cosas inanimadas, formulando imponentes ‘ficciones trompe l´oreille’. Han llegado a definir el sonido como «el Holodeck de ‘Star Treck», esto es, como una herramienta de simulación que te permite recrear personajes, situaciones, texturas y olores.
Cardiff y Bures toman como título para la instalación montada en Matadero el fenómeno de los cuervos que, en ocasiones, permanecen junto a otro que ha muerto, como si celebraran un funeral. Los biólogos Kaeli Switf y John Marzluff, de la Universidad de Washington, han investigado la cuestión, llegando a la conclusión de que se trata de una oportunidad que tienen esas aves para detectar lugares y personas peligrosas y así aprender a sobrevivir. Lo que los artistas encuentran ahí es una metáfora de lo político, un síntoma de la catástrofe en curso: el sueño de la razón tiene atmósfera de pesadilla.
Por el megáfono colocado sobre la mesa escuchamos la voz de Janet enunciando tres sueños que nos aproximan a una fábrica sangrienta, la tortura en la esclavitud y una cama en una casa abandonada en la playa en la que se encuentra una pierna sin cuerpo. Karen Rosenberg, comentando la presentación de ‘The Murder of Crows’ en 2012 en Armory, advirtió que las instalaciones de estos creadores tienen siempre una «cualidad poltergeist».
Al final del tercer sueño escuchamos la siguiente frase: «Sé que algo terrible va a suceder». Puede parecer que no pasa nada y, sin embargo, esa es la mayor de las catástrofes. Los sueños, incluso cuando escuchamos una canción de cuna, prefiguran la inminencia de lo peor.
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