Hilma af Klint, la pintora que 'inventó' la abstracción y se llevó el secreto a la tumba
El Museo Guggenheim Bilbao reivindica a la enigmática creadora sueca, quien no quiso que sus pinturas astrales se exhibiesen hasta 20 años después de su muerte
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
Una década antes que Kandinsky, Mondrian, Malévich y Kupka, considerados pioneros de la abstracción, una mujer excéntrica, enigmática, visionaria, médium (más que una mujer de su tiempo fue adelantada a su tiempo) creó unas pinturas que querían representar una realidad más allá de ... lo visible. ¿Fue la primera pintora abstracta moderna? La artista sueca Hilma af Klint (Estocolmo, 1862-1944) ya estaba pintando cuadros abstractos cinco años antes de que Kandinsky publicara 'De lo espiritual en el arte'. Hilma hablaba con los espíritus y predijo su fama póstuma. Es necesario, pues, reformular los orígenes de la abstracción.
Pero es un milagro que su trabajo haya llegado hasta nosotros. Quiso que su ciclo más ambicioso, 'Pinturas para el templo' (según ella, un ser espiritual llamado Amaliel se la encargó y ella aceptó), no viera la luz hasta 20 años después de su muerte. Así lo dejó indicado en 1932 en los cuadernos azules que contienen dichas pinturas. Escribió que «todas las obras que lleven el signo 'x' no deben verse hasta 20 años después de mi muerte». La familia trató de exponerlos en los 60, pero no había mucho interés en ellos. No era el momento. Reinaban por entonces el pop, el minimalismo y el arte conceptual. Ni siquiera Kandinsky y Mondrian se libraban de feroces críticas. Los trabajos de Hilma fueron donados en 1970 al Moderna Museet de Estocolmo, pero fueron rechazados. Dos años después, su sobrino Erik, que heredó su inmenso legado (1.300 pinturas, 124 cuadernos con 26.000 páginas manuscritas o mecanografiadas), creó una fundación con su nombre. Sin apoyo institucional, ni del mercado del arte, dejó una herencia que estuvo décadas encerrada en cajas. Y para colmo, un granjero incendió la casa y el estudio de la artista, pero sus obras sobrevivieron afortunadamente.
El Museo Guggenheim Bilbao, que lleva tiempo rescatando el trabajo de mujeres artistas no suficientemente reconocidas (Alice Neel, Gego, Lee Krasner...) ya incluyó siete pinturas de Hilma af Klint en la exposición 'Mujeres de la abstracción' en 2021. Y ahora le dedica, del 18 de octubre al 2 de febrero, una monográfica: un completo recorrido por su trayectoria, que abarca desde sus primeros trabajos de temática tradicional, sus dibujos automáticos y sus series más destacadas, como 'Pinturas para el templo' -núcleo central de la muestra-, 'Perceval' o la dedicada al átomo, hasta sus acuarelas tardías. Comisariada por Tracey R. Bashkoff, directora senior de Colecciones y comisaria senior del Museo Guggenheim de Nueva York, y Lucía Agirre, conservadora del Guggenheim Bilbao, está patrocinada por Iberdrola, con la colaboración de la Fundación Hilma af Klint.
«Creía que el mundo no estaba preparado para entender su obra y depositó su esperanza en el público del futuro, confiando en que sería más receptivo», advierte Bashkoff. Especialistas en la artista creen que «el público al que su obra estaba destinado aún no había nacido. Creó obras para un futuro en el que su presente ya habría pasado hacía mucho. Entendió que las generaciones futuras comprenderían mejor sus creaciones». Tenía razón. Quizás sus 'Pinturas para el templo' estaban más allá de la comprensión de sus contemporáneos y lo mejor era reservarlas para un público futuro. Hoy su arte inspira a muchos jóvenes artistas. «Hilma es aire fresco. Sus obras son como grandes mapas. Hizo algo muy rompedor hace cien años, creía en su arte. Pero aún desconocemos mucho de ella. Queda mucho por descubrir», advierte Lucía Agirre.
Hilma oía voces, tenía visiones y en periodos de purificación, seguía una dieta vegana. A los 17 años participó en su primera sesión espiritista. Su hermana pequeña, Hermina, murió a los 10 años, un suceso que la metió de lleno en ese mundo. En 1896, Hilma y cuatro amigas (Anna Cassel, Cornelia Cederberg, Sigrid Hedman y Mathilda Nilsson) forman el grupo Las Cinco. Se reunían con asiduidad para realizar sesiones de espiritismo, contactar con el más allá y canalizar sus experiencias a través de la escritura y los dibujos automáticos. Ha habido atribuciones cuestionadas de algunas obras de Las Cinco, pues llevaban a cabo un trabajo colaborativo. Julia Voss, su biógrafa, apunta que Hilma y Anna pudieron haber tenido una relación sentimental.
La producción de Af Klint es compleja y radical: trabaja en series, grupos y subdivisiones, incluye letras, números... que tienen significados múltiples y a veces contradictorios. Todo muy pautado y organizado. Se halla a caballo entre la religión y la ciencia y está impregnada de corrientes espirituales y filosóficas: el ocultismo, el rosacrucismo (una orden secreta vinculada al conocimiento esotérico de los alquimistas fundada en el siglo XVII), el budismo, el hinduismo, la teoría de la evolución de Darwin, la teosofía -difundida por Helena Blavatsky y Annie Besant, busca el conocimiento de una realidad espiritual más profunda a través de la intuición, la meditación y otros medios de trascender la conciencia humana -Hilma era miembro de la Logia Sueca de la Sociedad Teosófica- o la antroposofía de Rudolf Steiner, a quien al parecer conoció en 1910 y no en 1908. Con todo ello creó una iconografía rompedora y «un vocabulario de formas abstractas nunca visto antes».


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Tuvo que transcurrir casi un siglo para que su trabajo recibiera el reconocimiento que merece. En 1986 se celebró en Los Ángeles la primera exposición de sus obras abstractas. Fue recibida con perplejidad por parte de la crítica, que las consideraba meros diagramas coloreados. En 2018, algunas de sus series abstractas colgaron en el Guggenheim de Nueva York. 'Pinturas para el futuro' tuvo más de 600.000 visitantes, siendo una de las más vistas en su historia. La espiral de la rotonda central del edificio creado por Frank Lloyd Wright parecía una premonición: semejaba el edificio soñado en el que siempre imaginó sus obras y que quedó sin construir. El museo era como ver un sueño del templo cumplido. La espiral es uno de los temas recurrentes de Hilma (representa la evolución, la energía, el cambio).
Pero 2013 fue el año clave de su reconocimiento internacional. Tuvo lugar una retrospectiva en el Moderna Museet de Estocolmo, el mismo que rechazó la donación en 1970, que después viajó al Museo Picasso Málaga bajo el título 'Hilma af Klint. Pionera de la abstracción'. Tampoco han faltado publicaciones sobre la artista. En 2023, Atalanta publicó el libro 'Hilma af Klint, visionaria'. Sin embargo, apenas hay obra en el mercado (una serie ha sido vendida a un museo), pues todo su trabajo está en manos de la familia.
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Nacida en 1862 en el seno de una familia de oficiales de la Marina, Hilma af Klint estudió en la Real Academia de Bellas Artes de Estocolmo (las mujeres eran aceptadas desde 1864). Comenzó pintando retratos, paisajes, ilustró un libro sobre cirugía de caballos… Pero abandonó su formación en la tradición pictórica para centrarse en un nuevo arte abstracto fundado en sus profundas convicciones espirituales. Sus series están plagadas de símbolos enigmáticos que proceden de la naturaleza, la religión, el lenguaje, la ciencia, lo sobrenatural... El color amarillo representaba la masculinidad; el azul, la feminidad. Destruyó muchos de sus cuadernos. Murió en un accidente de tranvía en 1944.
Entre las salas 203 y 209 del Guggenheim Bilbao se exhiben muchas de sus 'Pinturas para el templo', el gran proyecto de su vida. Entre 1906 y 1915, Hilma pintó esta serie, con 193 obras abstractas (pinturas y dibujos), inspiradas en la botánica y en formas naturales: los cisnes, convertidos en formas cada vez más abstractas y geométricas; la estrella de siete puntas, símbolo utilizado en muchas tradiciones religiosas y ocultistas; 'Los diez mayores', obras monumentales pintadas con la técnica del temple utilizada en el Renacimiento, que remiten a los altares de las iglesias florentinas que la artista había admirado en un viaje; el árbol del conocimiento, relacionado con la historia bíblica del principio del mundo, que mezcla la imaginería cristiana con sus creencias de tipo místico y teosófico; la paloma -aparece el combate místico de San Jorge y el Dragón; San Jorge es uno de los alter ego de la artista-... Tres retablos constituyen el grupo final y compendio de su serie más célebre. Hilma af Klint esbozó en un cuaderno su visión de cómo debería ser el templo que albergara esta serie: un edificio helicoidal con una torre y en cuyo altar se mostraran sus retablos. De sus cuadernos azules -una especie de catálogo razonado de sus 'Pinturas para el templo'-, se muestran tres.
En la sala 202 cuelgan las series 'Perceval' y del átomo, que realiza en 1916 y 1917, respectivamente, tras completar sus 'Pinturas para el templo'. La primera remite al caballero de la mesa redonda que busca el Santo Grial en la leyenda artúrica. Pinta estas obras en su casa del lago a lo largo de diez semanas. Para Hilma, los átomos son una puerta al cosmos. En 1920, año en que muere su madre, crea sus series geométricas, donde las pinturas van adquiriendo color. En 1922 empieza a pintar 'Sobre la contemplación de flores y árboles', un conjunto de acuarelas de formas botánicas que pretenden retratar las fuerzas espirituales de la naturaleza.
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