El deshielo de los glaciares y el futuro del agua: desafíos y soluciones ante la crisis climática
La conservación de los glaciares no es solo una cuestión ambiental, sino una necesidad vital para garantizar el abastecimiento de agua, la producción de alimentos y la estabilidad de los ecosistemas en todo el mundo

Este sábado 22 de marzo se celebra el Día Mundial del Agua (DMA), una iniciativa de Naciones Unidas para sensibilizar sobre la importancia vital de este recurso en nuestras sociedades.
Cada año, con motivo de esta jornada, se pone el foco en algún aspecto concreto relacionado con el agua y, siendo 2025 el Año Internacional de las Conservación de los Glaciares, el lema del DMA no podía ser otro que la importancia de la preservación de estas masas de hielo, condenadas a desaparecer conforme la temperatura de nuestro planeta aumenta.
El deshielo masivo de los glaciares está provocando cambios sustanciales en el ciclo del agua a nivel mundial, aumentando la frecuencia de crecidas, sequías, deslizamientos de tierra o subidas del nivel del mar. Conservar los glaciares, por tanto, es esencial para nuestra supervivencia y esto solo es posible mitigando los efectos del cambio climático mediante la reducción de emisiones de carbono, la gestión sostenible del agua de deshielo y la adaptación mediante actuaciones locales.
Glaciares en retroceso: efecto del cambio climático
La reducción de los glaciares, esas enormes masas de hielo que llevan milenios moldeando nuestros paisajes, es una de las señales más visibles del cambio climático y, como hemos dicho, tiene enormes consecuencias a nivel global.
La criosfera, la parte del planeta donde el agua se encuentra en estado sólido, se reduce cada año. Entre 1979 y 2016, su extensión disminuyó en un promedio de 87.000 kilómetros cuadrados anuales. El culpable de este retroceso es el aumento de temperaturas debido al cambio climático.
Incluso en un escenario optimista de bajas emisiones, se estima que en el año 2100 la masa glaciar global habrá disminuido un 25%, mientras que en el peor de los casos la pérdida podría alcanzar el 54%.
Este retroceso tendrá consecuencias negativas para nosotros y nuestro planeta. El agua de deshielo de los glaciares es fundamental para el abastecimiento de agua potable, la agricultura, la industria y la producción de energía limpia en multitud de comunidades.
A España estos cambios le afectan de forma especialmente severa. Somos uno de los países más vulnerables al cambio climático y, cada vez con más frecuencia, estaremos expuestos a fenómenos meteorológicos extremos. Un 75% de nuestra superficie está en riesgo de desertificación y, en los últimos años, hemos sufrido episodios como la DANA en Valencia y prolongadas sequías en Cataluña y el sur del país.
Nuestros glaciares, situados en la Cordillera Pirenaica, han perdido desde 2011 sesenta y tres hectáreas de hielo y de los veinticuatro que existían entonces, hoy solo quedan quince. A mediados de este siglo, podrían desaparecer todos. Algunos como los del Aneto y el Monte Perdido podrían desaparecer en apenas diez o quince años. Este retroceso es una advertencia ineludible de la crisis climática a la que nos enfrentamos.

El agua regenerada de la depuradora Cabezo Beaza en Cartagena se destina a la agricultura
Veolia, una empresa líder en estrategias para la resiliencia climática
En el escenario que acabamos de describir, es fundamental el papel que las empresas tienen que asumir a la hora de paliar, en la medida de sus posibilidades, el impacto del cambio climático.
En el caso de Veolia, empresa referente internacional en la gestión optimizada de agua, energía y residuos, este papel es especialmente importante.
La empresa promueve la transformación ecológica desde la innovación, aportando soluciones que contribuyen a paliar el impacto del cambio climático. En España, Veolia da servicio de agua a 13,5 millones de usuarios en más de 1.100 municipios actuando desde la proximidad al territorio y apostando por la colaboración público-privada.
La empresa está en plena implantación de su plan estratégico GreenUp 2024-2027, que se basa en cuatro ejes fundamentales:
• Resiliencia para proteger a las personas, los recursos y la biodiversidad.
• Descarbonización para aumentar la energía verde y mejorar la calidad de vida.
• Circularidad para luchar contra la contaminación y recuperar los recursos.
• Desarrollo digital para transformar la economía social y los servicios ambientales.

En Granada, la ecofactoría BioSur ha impulsado la descarbonización de la ciudad
Las iniciativas clave de Veolia
En su compromiso por un futuro más responsable con el planeta y las personas, Veolia impulsa las infraestructuras verdes y resilientes mediante las ecofactorías, que regeneran el agua para usos urbanos, transforman los residuos en recursos como biogás o fertilizantes, y generan energía renovable para el consumo de la propia depuradora.
Estas instalaciones, combinadas con soluciones digitales avanzadas como la inteligencia artificial, el big data o el machine learning, optimizan la gestión del agua y refuerzan la resiliencia climática. En este sentido, la red de centros Dinapsis Hubgrade by Veolia ofrece un conjunto de soluciones inteligentes para monitorizar remotamente las actividades de la compañía y optimizar la gestión del agua y la salud ambiental de los territorios.
Entre los casos de éxito más destacables que Veolia ha puesto en práctica en los últimos tiempos, podemos destacar, en primer lugar, la ecofactoría BioSur de Granada, que ha reducido la huella de carbono del sistema hídrico de la ciudad mediante un modelo de economía circular que optimiza recursos, produce energía renovable y minimiza residuos.
Otro gran ejemplo sería la ecofactoría puesta en marcha por Veolia en el Baix Llobregat, gestionada por Aigües de Barcelona, que reutiliza 1.500 litros por segundo de agua regenerada para devolverla al río y potabilizarla, permitiendo que un 25% del agua suministrada al área metropolitana de Barcelona provenga de este proceso y se utilice para usos agrarios, urbanos y, en un futuro próximo, también industriales. Un proyecto de referencia no solo a nivel local, sino también internacional.
Otro modelo de reutilización es el establecido en Cartagena en la depuradora Cabezo Beaza, que trata 24.000 m³ de agua al día para riego agrícola, asegurando el abastecimiento de 4.300 hectáreas de cultivo. Gracias a esta reutilización, los agricultores del Campo de Cartagena pueden mantener su producción anual de hortalizas, que supera las 412.000 toneladas, incluso en períodos de sequía severa.
En Canarias, donde el déficit hídrico alcanza el 35%, Veolia gestiona más de 50 estaciones depuradoras que generan más de 6 millones de m³ de agua regenerada al año, utilizada en el riego de campos de golf y otras zonas verdes municipales.
Veolia también apuesta por la innovación en la gestión del agua para contribuir a la resiliencia de los territorios. En este sentido, a través de Cetaqua, Centro Tecnológico del Agua, la compañía apuesta por asegurar la sostenibilidad y eficiencia del ciclo del agua a través de innovadoras propuestas de I+D+i.
En Chile, Cetaqua ha desarrollado estudios sobre la pérdida de masa glaciar en la zona central del país, advirtiendo que la reducción de los caudales del río Maipo agravará la escasez hídrica si no se disminuyen las emisiones contaminantes antes del año 2100.
Finalmente, el proyecto ICARIA, cofinanciado por el programa Horizon Europe de la Comisión Europea, modeliza infraestructuras críticas para fortalecer su resistencia ante eventos climáticos extremos. Se probará en Barcelona, el Egeo Meridional y Salzburgo, con posibilidad de expandirlo a otras regiones europeas.