cultura
Apostolado de Miguel March, el descubrimiento de una autoría
El Museo Provincial de Guadalajara expone hasta el 25 de agosto el conjunto de pinturas

Desde el pasado 17 de mayo y hasta el 25 de agosto, el Museo Provincial de Guadalajara acoge un Apostolado del pintor valenciano Miguel March (1633 — 1670) en una exposición bajo el nombre «Miguel March, o Ribera en otros pinceles» . Fue el Centro de Conservación y Restauración de Castilla-La Mancha, en Toledo , el encargado de su restauración y de determinar la autoría.
Es la primera vez que se exhibe públicamente y, a este, se unen seis obras pictóricas del mismo museo -parte de un apostolado del monasterio de San bartolomé de Lupiana- y «San Francisco de Asís recibiendo los privilegios de la orden», de José de Ribera, una de las obras más importantes de este museo.
El apostolado procedía de la iglesia parroquial de San Mateo, en Peralejos de las Truchas (Guadalajara), sin que se supiera cómo o cuándo había llegado allí. Su estado de conservación era lamentable debido, entre otras cosas, a las variables y extremas condiciones ambientales a las que había estado expuesto en el inmueble que lo albergaba y a los malos tratamientos de los que había sido objeto con anterioridad.
Su principal carta de presentación era su llamativa cercanía con las obras del español José de Ribera (1591 — 1652). Muchos de los cuadros son copias altamente fieles a los originales de Ribera, algunos hoy perdidos, por lo que se descartó que procedieran de grabados, sino que habían sido pintados a la vista de los originales en su entrenamiento como copista en el taller del maestro. Es el cuadro que representa a San Judas Tadeo el que no encontraba parangón en ninguna obra de Ribera y gracias al cual se comenzó a considerar a Miguel March como el copista autor del conjunto.
Fueron los rasgos de estilo, como el tipo de pincelada arrastrada de los fondos, los que ligaban el apostolado con otras obras de March como «San Roque socorriendo a los apestados» del Museo de Bellas Artes de Valencia, o «Campesinos mofándose de un viejo», de colección particular y que fueron analizadas.
Este reconocimiento de autoría es fundamental si se tiene en cuenta que incluso bien entrado el siglo XVIII se adquirían en el mercado valenciano cuadros como estos considerados de la mano misma de Ribera.
Es poca la biografía que se puede encontrar de Miguel March . Decían que había viajado a Italia, pero no era seguro. El pintor y tratadista español Antonio Palomino lo situaba en Roma, en el entorno o escuela de Carlo Maratta, pero no es tanto a Maratta a quien los expertos han visto a través de sus escasas obras reconocidas, sino a Ribera, lo que les hace pensar que fuera Nápoles y no Roma, o ambas ciudades, su destino.
Su obra ha estado frecuentemente confundida con la de su padre y maestro, Esteban March, por lo que el estudio de las piezas que se van identificando contribuye a acrecentar su estima e individualizar su imagen como artista.
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