Ni violencia ni sacrificios en la muerte de los quince bebés iberos de Ullastret
Un completo estudio sobre el yacimiento catalán concluye que los pequeños murieron alrededor del nacimiento por causas naturales y fueron sepultados en sus casas como una práctica normalizada
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Los enterraron en sus casas, en una esquina, bajo el pavimento. Quince bebés colocados de cúbito lateral con las piernas flexionadas, los cuerpecitos probablemente envueltos en sudarios. Cada uno acomodado en una fosa sencilla, sin adornos ni objetos que les hicieran compañía. Las inhumaciones infantiles ... del yacimiento ibero de Ullastret, en Gerona (primer milenio a.C.), han despertado la curiosidad de los arqueólogos desde los primeros hallazgos de los esqueletos en los años 50. ¿Qué les ocurrió a estos niños de la Edad de Hierro? ¿Por qué los sepultaron en las viviendas? ¿Fueron sacrificados, víctimas de algún tipo de atrocidad o murieron por causas naturales?
Investigadores liderados por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) con la colaboración del Museo de Arqueología de Cataluña - Ullastret han aplicado por primera vez análisis genéticos y de histología dental a los restos de los bebés para esclarecer las circunstancias que rodearon sus muertes. El estudio exhaustivo, publicado en la revista 'Trabajos de Prehistoria', descarta la selección por sexo o edad y, en consecuencia, el sacrificio. Cree que los niños fallecieron por causas naturales alrededor del nacimiento y que fueron enterrados en sus casas por sus familias de manera ritual, como una práctica normalizada. Era la «norma social» para aquellos que dejaban el mundo poco después de nacer.
El equipo de investigación de la UAB revisó toda la documentación arqueológica existente, estudió de nuevo el contexto funerario y trazó el análisis genético de trece de los bebés, que provienen de dos núcleos urbanos del yacimiento, Illa d'en Reixac y Puig de Sant Andreu. Uno de los individuos, de tan solo 24 meses de gestación, fue identificado por primera vez en esta investigación. Era tan pequeño que hasta ahora había pasado desapercibido.
Muertes prematuras
De los trece, ocho eran niñas y cinco, varones. Algunos de los entierros fueron de muertes prematuras, durante la gestación, pero fundamentalmente eran de fetos a término y de individuos con una supervivencia postnatal de más de un mes. Los bebés que más vivieron llegaron a las doce semanas.
«El patrón de distribución de muertes por edad y sexo que hemos identificado es similar a la mortalidad infantil natural de poblaciones en desarrollo, en las que hay poco control durante la gestación, poca higiene y los partos pueden ser complicados. Esto nos lleva a descartar que hubiera una selección por sexos ni prácticas sacrificiales, como se había llegado a apuntar previamente. Seguramente, murieron por causas naturales», afirma Assumpció Malgosa, del Grupo de Investigación en Antropología Biológica (GREAB) de la UAB y coordinadora del estudio.
«Si se hubiera producido algún tipo de sacrificio, un infanticidio, encontraríamos individuos muertos alrededor del nacimiento entre las 38 y 42 semanas. Pero en este caso tenemos individuos desde las 24 semanas hasta dos o tres meses», subraya la primera autora, Carolina Sandoval, también de la UAB.
Únicamente dos de los individuos estudiados, ubicados en un mismo depósito, compartían un linaje mitocondrial, lo que podría sugerir un vínculo por vía materna. Aun así, dado que la variante genética identificada es muy frecuente en la población, no ha sido posible confirmar con certeza este vínculo.

Fosas sencillas
El estudio también confirma que los quince bebés fueron inhumados en espacios domésticos, algunos con un pórtico avanzado que habría servido como almacén, espacio de transformación de alimentos de los hogares o de trabajo artesanal. Estos datos descartan la hipótesis planteada en el estudio previo, en el que dos enterramientos del Puig de Sant Andreu se interpretaron como depósitos rituales alrededor de un altar. Ningún enterramiento se encuentra en los edificios palatinos o aristocráticos de grandes dimensiones excavados. La mayoría eran sencillos, pequeñas fosas sin revestimiento ni cubierta.
«Los iberos cremaban a sus muertos, por lo que resulta muy interesante comprobar que no hacían lo mismo con estos bebés. Creemos que estos enterramientos corresponden a un ritual más íntimo y familiar, que estaba normalizado entre la población», dice Sandoval.
El yacimiento de Ullastret es la mayor ciudad fortificada descubierta en Cataluña y uno de los más significativos del mediterráneo occidental. Como todavía falta mucho por excavar allí —solo se ha excavado el 5% en Reixac y el 20% en Puig de Sant Andreu—, la investigadora cree que el lugar aún puede esconder «más enterramientos similares que nos den más información».
MÁS INFORMACIÓN
Por qué los cuerpos de esos pequeños que fallecieron apenas habían llegado al mundo se quedaban en las casas es un enigma sin resolver. No se han encontrado, todavía, niños más mayores. «Quizás estos pequeños no habían pasado la etapa de iniciación de ser adultos y por eso no eran cremados», señala Sandoval. Es una hipótesis. Lo que parece claro es que estas familias iberas eligieron que los pequeños siguieran en casa junto a ellos, aunque sea de esta manera.
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