¡Sorpresa! La Vía Láctea podría 'escapar' de su colisión con Andrómeda
Nuevas simulaciones hechas con los datos más recientes reducen al 50% las posibilidades de que las dos galaxias finalmente se fusionen
Así se verá la colisión de nuestra galaxia con Andrómeda

Desde hace ya muchos años, los astrónomos han pensado que el destino final de la Vía Láctea, nuestra galaxia, era chocar contra la vecina Andrómeda dentro de varios miles de millones de años. No en vano, ambos gigantes se acercan el uno al otro a unos 110 km/s, o lo que es lo mismo, a cerca de 400.000 km/h.
Sin embargo, una nueva tanda de simulaciones llevadas a cabo por astrofísicos de las universidades de Helsinki, Toulouse y Durham con los datos más recientes acaba de sugerir que existen hasta un 50% de posibilidades de que, al final, esa colisión no se produzca, o por lo menos no durante los próximos 10.000 millones de años. La principal conclusión, puede leerse en el estudio aún no revisado por pares, es que «aún es probable que las dos galaxias choquen, pero hay suficiente espacio para que consigan escapar una de otra».
Gigantes y vecinas
Que Andrómeda se está acercando a nosotros es algo que se sabe desde principios del siglo XX, cuando el astrónomo Vesto Slipher notó que su luz sufría un 'corrimiento al azul' debido al efecto Doppler, el mismo que hace que una ambulancia que se acerca a nosotros suene con un tono más agudo. Esto sucede porque, al acercarse, las ondas sonoras que emite la sirena se comprimen a causa de la propia velocidad de la ambulancia, es decir, que disminuye la distancia entre una onda y la siguiente, lo que hace que el sonido sea más agudo. Al contrario, cuando la ambulancia se aleja, las ondas que emite se estiran, ya que cada una deberá recorrer más distancia que la anterior para llegar a nuestros oídos, lo que hace que el sonido sea más grave. Con la luz sucede exactamente lo mismo, de modo que los objetos luminosos que se alejan de nosotros parecen más rojos (longitudes de onda cada vez más largas) mientras que los que se acercan se vuelven más azules (longitudes de onda más cortas).
Sin embargo, ni Slipher ni sus colegas tenían claro en ese momento el verdadero tamaño de Andrómeda, ni la distancia a la que se encontraba de nosotros. De hecho, muchos pensaban que las galaxias no eran más que 'nebulosas' alrededor de la Vía Láctea. Hubo que esperar a los modernos telescopios orbitales para descubrir que Andrómeda está a unos dos millones y medio de años luz de distancia y que se dirige hacia nosotros prácticamente en línea recta y a 110 km/s.
La compleja fusión galáctica
La fusión entre galaxias es algo común de ver por todo el Universo. De hecho, se piensa que este es, precisamente, el mecanismo principal por el que las galaxias aumentan su tamaño hasta convertirse en gigantes, como es el caso de nuestra Vía Láctea y de su vecina, Andrómeda. Pero no hay que pensar en una colisión galáctica como si se tratara de un choque frontal entre dos coches, sino más bien con lo que sucede cuando los dedos de una mano se entrecruzan con los de la otra. Existe mucho espacio entre las estrellas, y cuando ambas galaxias se encuentren, será difícil que las estrellas individuales choquen directamente unas con otras, por lo que suelen sobrevivir.
Lo que sí queda profundamente alterado es la distribución de esas estrellas, ya que la gravedad combinada de las dos galaxias destruye cualquier orden o estructura que pudieran tener, como las clásicas espirales. En su lugar, 'corrientes' de millones de estrellas se arremolinan en las 'zonas de colisión' o son enviadas al espacio, excitando y calentando también las densas nubes de gas de la galaxia, lo que provoca que en los puntos de contacto se dispare la tasa de formación de nuevas estrellas. Después de miles de millones de años de desorden, las cosas se calman y las dos galaxias fusionadas se asientan en una nueva galaxia más grande, normalmente una galaxia elíptica, que no es más que una gigantesca masa de estrellas sin ningún rasgo distintivo.
Un estudio aparecido en 2008 sugirió que una colisión entre Andrómeda y la Vía Láctea es inevitable dentro de los próximos 5.000 millones de años, y que en el proceso, la poderosa gravedad de Andrómeda hará que el Sol, junto a la Tierra y los demás mundos de nuestro sistema, fueran arrastrados sin remedio a los suburbios externos de la nueva galaxia elíptica resultante, a la que los astrónomos bautizaron con el nombre de 'Milkomeda'.
Mucha incertidumbre
Lógicamente, y debido a la complejidad que encierra una fusión entre galaxias, todos estos pronósticos están sujetos a un alto grado de incertidumbre. Para determinar el movimiento de una galaxia es necesario hacer un promedio del movimiento y la velocidad de miles de estrellas individuales. Y tratar de hacer eso en Andrómeda, a 2,5 millones de años luz de distancia, es algo parecido a querer medir la tasa de crecimiento del cabello humano... desde la Luna.
Tampoco medir la masa total de los contendientes resulta fácil. De hecho, es incluso más difícil porque la mayor parte de esa masa se encuentra en forma de materia oscura, que es invisible para nuestros instrumentos. Los astrónomos suelen estimar la masa de una galaxia a partir del movimiento orbital de las estrellas alrededor de su centro gravitacional, estudiando las órbitas de las eventuales galaxias satélite. Pero los cálculos actuales sobre la masa de la Vía Láctea tienen incertidumbres de hasta un factor de dos, y los astrónomos ni siquiera están seguros de cuál de las dos galaxias, la nuestra o Andrómeda, es la más masiva. No olvidemos que nosotros, con nuestros telescopios y detectores, estamos dentro de nuestra galaxia, y tratar desde aquí de determinar sus características generales sería algo similar a querer saber cuáles son la forma y el peso total de un edificio con solo asomarnos a una de sus ventanas.
Para terminar de complicar las cosas, además, están las perturbadoras interacciones gravitatorias de muchas galaxias más pequeñas dentro de nuestro mismo Grupo Local. Y aunque Andrómeda y la Vía Láctea son sin duda las dos más grandes, ya se han encontrado en sus proximidades alrededor de cien galaxias más pequeñas, y es probable que haya muchas más.
Nuevas simulaciones, nuevos datos
Así las cosas, Till Sawala, de la Universidad de Helsinki y autor principal del nuevo estudio, utilizó junto a sus colegas las mejores y más recientes estimaciones del movimiento y la masa de las cuatro galaxias más grandes del Grupo Local, que conectaron a simulaciones desarrolladas expresamente por el Instituto de Cosmología Computacional de la Universidad de Durham. En la primera simulación solo incluyeron a la Vía Láctea y a Andrómeda, y el resultado fue que se fusionaron en poco menos de la mitad de los casos, es decir, que mostraron unas probabilidades de colisión de alrededor del 50%, más bajas que las de otras estimaciones recientes.
Al incluir el efecto de la galaxia Triangulum, la tercera más grande del Grupo Local, la probabilidad de fusión aumentó a aproximadamente dos tercios, pero volvió a reducirse al 50% cuando los investigadores incluyeron en las simulaciones también a la Gran Nube de Magallanes, una galaxia satélite de la Vía Láctea y que es la cuarta más grande del Grupo Local. Es decir, que en general tenemos las mismas posibilidades de chocar y de no chocar, las mismas que hay de obtener cara o cruz lanzando una moneda. Si finalmente el choque sucede, las simulaciones muestran que no será hasta dentro de unos 8.000 millones de años.
«Tal y como están las cosas -escriben los investigadores-, proclamar que nuestra galaxia está destinada a desaparecer parece muy exagerado».
Con todo, y aunque nos libremos de momento, eso no significa que lo inevitable no acabe sucediendo. De hecho, será la gravedad la que eventualmente diga la última palabra. Todas las galaxias del Grupo Local están unidas gravitacionalmente, por lo que, en el futuro, aunque sea muy lejano, terminarán amontonándose irremediablemente unas encima de otras para formar una única y gigantesca galaxia elíptica. Y mientras eso sucede, y siempre que la expansión acelerada del Universo continúe, todas las demás galaxias desaparecerán más allá de nuestro horizonte de sucesos cósmicos, dejando a Milkomeda como el único ocupante del Universo visible.
MÁS INFORMACIÓN
(NOTA: A quien le parezca, como me pasa a mi, que Milkomeda es un nombre horroroso, que lo ponga en un comentario, y que de paso sugiera otro más atractivo. Quién sabe, igual entre todos conseguimos que lo cambien...).
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