El científico que descubrió el LSD por descuido y su extraño viaje en bicicleta
ciencia por serendipia
Albert Hofmann sufrió los efectos de la droga por casualidad mientras trabajaba en su laboratorio. Su regreso a casa cambió la historia de la psicofarmacología y también de la cultura
El extraño motivo por el que se desató la locura colectiva en un pequeño pueblo francés

Un viernes aparentemente normal de 1943 el químico Albert Hofmann (1906-2008) decidió regresar temprano a su casa de Ginebra (Suiza). En contra de su costumbre, abandonó tempranamente su laboratorio. Se sentía extraño, mareado y experimentaba sensaciones nunca antes vividas. Sin saberlo, acababa de ... protagonizar uno de los descubrimientos más sorprendentes de la historia de la farmacología.
En aquellos momentos Hofmann trabajaba para el laboratorio Sandoz sintetizando derivados del cornezuelo del centeno, un hongo que parasita este cereal. Su objetivo era desarrollar un estimulante circulatorio y respiratorio. El compuesto número 25 de su serie de dietilamidas del ácido lisérgico (LSD-25) no había mostrado las propiedades buscadas y había sido archivado unos años antes.
Lo que pocos sabían en aquellos momentos es que Hofmann había retomado la investigación del LSD-25 por lo que él llamó un «presentimiento peculiar». Algo le decía que debía darle una segunda oportunidad a esta molécula. El 16 de abril de 1943, mientras resintetizaba el compuesto, una minúscula cantidad se absorbió a través de su piel.
El primer viaje psicodélico documentado
Lo que sucedió después fue verdaderamente extraordinario: Hofmann comenzó a experimentar un «estado de embriaguez no desagradable, caracterizado por una imaginación extremadamente estimulada». Tuvo que interrumpir su trabajo y volver a casa en bicicleta, acompañado por su asistente.
Este trayecto en bicicleta se ha convertido en legendario, hasta el punto de que actualmente cada 16 de abril se celebra el «Día de la Bicicleta» para conmemorarlo.
Algunas semanas después Hofmann confesó que durante aquel trayecto las casas parecían distorsionarse como en un espejo deformante y que su casera le parecía una «malévola bruja con una máscara colorida».
Tres días después, Hofmann decidió hacer algo que hoy nos parecería totalmente temerario: se autoadministró deliberadamente 250 microgramos de LSD. Creía que esta era una dosis minúscula y segura. Sin embargo, no podía estar más equivocado.
Durante este experimento, Hofmann estuvo convencido de que se había convertido en un demonio, que su vecina era una bruja malvada y que sus muebles le amenazaban. Solicitó a su vecina que le proporcionara leche para contrarrestar la intoxicación que creía estar sufriendo, un remedio que, obviamente, no produjo ningún resultado.
De medicina prometedora a droga contracultural
Inicialmente, el LSD fue recibido con gran entusiasmo por la comunidad psiquiátrica. Sandoz lo comercializó bajo el nombre de Delysid, promoviendo su uso en psicoterapia y en la experimentación de estados psicóticos.
Un dato poco conocido es que la CIA se interesó enormemente por el LSD, llevando a cabo experimentos secretos en el marco de un proyecto bautizado como MK-ULTRA.
Los científicos estadounidenses empezaron a utilizarlo como «suero de la verdad» en los interrogatorios, sin embargo, los resultados que obtuvieron fueron poco concluyentes, en algunos casos y, en otros, desastrosos.
La historia dio un vuelco inesperado cuando el LSD abandonó el ámbito médico y se convirtió en la droga emblemática de la contracultura de los años 60. Timothy Leary (1920-1996), exprofesor de Harvard, se convirtió en su principal evangelista, acuñando la famosa frase «Turn on (enchúfate), tune in (sintoniza) y drop out (déjate llevar)».
Curiosamente, Hofmann siempre mantuvo una relación ambivalente con su descubrimiento, lo llamaba su «hijo problema» pero también su «medicina sagrada».
Hasta el final de sus días -vivió hasta los 102 años- defendió el potencial terapéutico del LSD cuando se usaba en un contexto controlado científicamente.
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Es verdaderamente fascinante cómo un error de laboratorio alumbró uno de los descubrimientos más significativos de la historia de la psicofarmacología. Esto nos enseña que a veces los avances más importantes en Ciencia ocurren por accidente y que la serendipia juega un papel crucial en el progreso científico.
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