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ABC MADRID 18-10-1978 página 13
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ABC MADRID 18-10-1978 página 13

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MADRID, MIÉRCOLES 1 8 DE OCTUBRE PESETAS 20 PESETAS DOMICILIO SOCIAL t SERRANO, 61- MADRID D E P O S I T O LEGAL: M- 13- 1958- 104 PAGS. DE 1978 NUM. 22.628 DIECIOCHO EDICIONES URGENTES: JUAN PABLO II DIJO AYER A ABC: ESPAÑA, PARA IA QUERIDA ¡TODO, TODO! Q C IUDAD DEL VATICANO, 17. (De nuestro corresponsal. Hoy tenia una cita con el cardenal Wojtyla. Una cita para una entrevista que no se podrá ya hacer. Porque desde ayer el cardenal Wojtyla es el Sumo Pontífice Juan Pablo II. La entrevista debía haber tenido lugar tres días antes de que empezara el Cónclave. Pero cuando iba a encontrarlo, su secretario, don Estanislao, me habló por teléfono. Me pedía excusas y me rogaba entendiera las razones por las que el cardenal prefería esperar hasta después del Cónclave. Me aseguró, no obstante, que inmediatamente después del Cónclave el cardenal Wojtyla respondería con mucho gusto a mis preguntas para los lectores de ABC. La hora estaba incluso fijada: las nueve de la mañana del primer día después deJ Cónclave. Es decir, las nueve de la mañana de hoy. Muestro corresponsal pidió al Papa unas palabras para los españoles cuando visitaba un hospital Está claro que cuando el cardenal Woj- timbrada para una palabra fácil, pero metyla desapareció ayer bajo su nuevo minis- dida. terio papal, me despedí de esa entrevista. Entró solo en la habitación del enfermo. Ya se sabe: a un Papa no se le piden en- Salió veinte minutos después. Sus ojos britrevistas. llaban ligeramente. La expresión era algo a los médicos A la hora del almuerzo recibí una más seria. Pidió y les agradecióque hicieran io posible llamaba telefónica. Era de ún colega de la todo esas palabras que cualquier sus esfuerzos: televisión italiana: el Papa iría esta tarde al médico cuando tiene un hijopadre dice enfermo. a las cinco a visitar en el hospital a mon- Luego el Papa, abandonando aquel pasillo, señor André Deskur. No debía decirlo a hizo la señal de la cruz en la frente de nadie. Ningún otro periodista de la televide sus sión, radio o Prensa estaba avisado. A las otros enfermos que, en la puerta intimitres y media salía para el hospital Gemelli. habitaciones, habían respetado la por el dad del Pontífice en su solicitud El obispo monseñor André Deskur, polaco amigo y compatriota. Volvió al ascensor. como el cardenal Wojtyla, es el presidente Besé su anillo, conseguí su bendición y de la Comisión Pontificia para las Comuni- apresuradamente bajé hasta el cuarto piso caciones Sociales. Hablé con él por última del hospital, en donde el Papa saludaría a vez cuando quise saber la postura oficial de algunos médicos y enfermos. El camino no la Santa Sede ante aquellas absurdas insi- fue fácil. Los enfermos habían invadido nuaciones que se difundieron tras la muerte los pasillos y accesos: una multitud jubide Juan Pablo I. Tiene un gran cariño por losa que olvidaba, por ver al Papa, su dolor. nuestro país y me ha honrado frecuente- El Viva el Papa era la contraseña unimente con muestras de cordial amistad. versalmente compartida. Ahora ya no se Monseñor Deskur, así me lo hizo saber hace trataba del amigo que acude a la cabecera unos días su secretario el sacerdote catalán, del amigo: era el Supremo Pastor de la don Enrique Planas, había sufrido una he- Iglesia entre esa parcela privilegiada de la morragia cerebral el viernes pasado, víspe- Humanidad- -como los llamaría el Papá- -ra del Cónclave. Sus condiciones se habían que son los enfermos. agravado esta mañana después de haber seera pequeña. No más guido anoche por televisión la elección del deLa salita y cinco personas: estaríamosy altreinta médicos Papa Juan Pablo II. gunos enfermos. La multitud se apiñaba en Entré esta tarde en la habitación de los pasillos de tránsito. El Papa nos dijo: monseñor Deskur. Estaba en coma pro- Agradezco mucho a Dios que veinticuatro fundo. Besé su anillo pastoral y. junto a su horas después de aquel momento en que se hermanó, cuñada y sobrina, recé durante ha manifestado la voluntad del Señor, el un buen rato. Luego me retiré al pasillo Papa haya podido salir por las calles de cuando estaba a punto de llegar el Papa. Roma. Agradezco esta acogida que me haJunto a mí, el único periodista presente béis dispensado. Esto último lo dijo diriera mi colega Michelini, de la televisión italiana. Nadie más. Desde la ventana de este décimo piso del hospital Gemelli vimos la entrada del Papa en el recinto. La gente de Roma había descubierto al Papa dentro del coche a la salida del Vaticano. Y el entusiasmo era tal, que hubo de descapotar el automóvil. El Papa, cerca ya del hospital, en pie y con el DE VILLE- QUARTZ blanco solideo en la mano, saludaba emocionado a sus diocesanos por las calles de Roma. AI llegar al hospital entró en seguida en el ascensor que lo conduciría hasta el décimo piso de la clínica. Al llegar arriba pude abrir la puerta del ascensor. Junto al Agencia Oficial Papa su gesto es todavía más acusado y diPrincesa, 10 recto. Su altura es ligeramente superior a la media. La sonrisa, natural y espontánea. Goya, 5 C. Carlos III) Anchas y proporcionadas las facciones. Rubio el cabello. El paso decidido. Voz bien OMEGA O siéndose a una enferma sentada en una silla de ruedas. Y luego, con humor, a los médicos que lo habían protegido de ser atropellado por la gente en los pasillos del hospital les dijo: Y agradezco también que me hayáis salvado, pues con tanta gente he corrido el riesgo de quedarme aquí. Las palabras del Papa ahora se dirigen a todos los que sufren: Vosotros, los enfermos, sois muy poderosos; como Jesús en la Cruz. Me encomiendo a vuestras oraciones. Hijos míos, utilizad este gran poder que tenéis para el bien de la Iglesia, de vuestras familias, de toda la Humanidad. ¡Podéis tanto, tanto... A través del cristal de la puerta veo llorar a parte de esa multitud en este hospital. Entonces me doy cuenta que hay un micrófono y quizá las palabras del Papa están sonando en toda la clínica. Es un encuentro intimo y enorme a la vez. Una comunidad doliente, y un Papa que recoge ese tesoro de dolor para vivificar con él a toda la Iglesia. Ahora se dirige a los médicos y a los enfermos juntamente: Cristo se encuentra entre vosotros: tanto en el corazón del samaritano como en las llagas del herido. En este momento, un monseñor que acompaña a Juan Pablo II le apunta algo en voz baja. Y el Papa, riendo abiertamente, exclama: Me dicen que os dé la bendición. ¿Veis? Me han de indicar cómo debe comportarse el Papa. Alabado sea Jesucristo. Y mi bendición- -la de Jesucristo- -para vosotros, y vuestros dolores, y vuestras alegrías. El aplauso fue enorme. Sonó en todo el hospital. El Papa sale de aquella habitación y entra en la primera que encuentra: ceña con la cruz la frente de un hombre joven. Le dice algo que no puedo oír. Luego pasa a la habitación de al lado y luego a otra, y a otra. Veo lágrimas claras en los ojos del Papa. Ríe y llora a la vez. ¡Figúrense ustedes los demás! El Papa no quiere abandonar el hospital. Ni los enfermos tampoco quieren que se aleje el Pontífice. Es el mismo monseñor quien le señala discretamente la vía hacia la salida. El Papa hace un gesto de resignación y obedece. Está junto a mí. Me acuerdo de aquella entrevista que ya no se realizará, porque el cardenal Wojtyla es ahora Juan Pablo II. Pero no puedo reprimirme y le digo: Santo Padre, soy un periodista español que. posiblemente, no debería estar aquí. Pero, ¿qué puedo decir de parte del Papa a sus hijos de mi país? El Paua me mira riendo. Me hace la señal de la cruz y me dice: Para España, para la querida España... ¡todo, todo! Y vuelve a hacer la señal de la cruz. Y el Papa ha de seguir hacia la salida. Y así termina este primer día del Papa Juan Pablo II: en un hospital. Y con una bendición para España. -Joaquín NAVAVI S

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