ABC MADRID 26-04-1975 página 121
- EdiciónABC, MADRID
- Página121
- Fecha de publicación26/04/1975
- ID0001138031
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OTTO SKORZENY, habitación 338, Ciudad Sanitaria Francisco Franco Otto Skorzeny descansa, enfermo, en la Ciudad Sanitaria Francisco Franco, de Madrid. No es fácil llegar hasta él. Ni siquiera telefónicamente. n la habitación número 338, el que ha s- ido titulado en su momento como El hombre más peligroso de Europa se somete a un largo y fino chequeo, a causa de unos trastornos pulmonares que le obligan a seguir un duro régimen en todos os aspectos. He enviado ai coronel Skorzeny, el hombre de la cara marcada, de recuerdos, de aquel lance a espada de juventud, una breve nota con unas preguntas. No han llegado hasta añora sus respuestas, pero quizá, la semana que viene, tengamos más nueces que ruido, estoy seguro. Junto a él, en la cabecera de su cama, está su esposa, que actualiza en mí una ya antii ua anécdota, que dice mucho, sobre todo teniendo en cuenta que de una muy agitada forma vivimos eso que se llama Año Internacional de 4 a Mujer. Preguntaba yo, hace años, al viejo coronel, al fiero militar, que quién era quien EL RUIDO Y LAS NUECES En esta imagen de archivo, Otto Skorzeny aparece con su esposa Use en su residencia de Irlanda tomaba las decisiones importantes en casa Skorzeny. que ya habla un castellano casi correcto, si bien no exento de un inconfundible acento germánico, me diría: -Quien toma las decisiones importantes en casa soy yo, amigo mío, es natural. Ahora... quien se encarga de decir cuáles son las decisiones importantes y cuáles no, es mi mujer... desde luego. Dato para la historia de un personaje histórico. La última noticia dice que mejora. H N A CON LA INFANTA MARGARITA Hace unas noches he tenido 1 a suerte de cenar con la Infanta doña Margarita de Borbón, en casa de Fina de Calderón. Había un grupo pequeño de invitados. Fina quería que gscucháramos gran parta de su obra musical y poética sobre Federico, de la que ya nos ocuparemos otro día más ampliamente. La Infanta Margarita me sentó a su derecha en la cena. Y he anotado algunas brevas confidencias que podrían trazar, de alguna imanara, el retrato sencillo de la hija del Conde de Barcelona, de la hermana dd Príncipe de España, que ya cuenta con un amplio margen de popularidad por allá donde pasa. La Infanta, a la que llama su esposo, y los muy íntimos, Margót, tiene unos hermosos ojos verdes. Es abierta, cordiaf, sencilla, ds juicios rotundos y claros. Dice lo que piensa en alta voz casi siempre. Le gusta mucho la música. Tiene un admirable oído. Me habló de Mercedes Sosa ampliamsnte, largamente, con smoción. Está esperando la llegada de un próximo hijo. Escuchaba hablar a Viola, también presente en la reunión, con alegría interior. Y lo imitaba con gracia y desparpajo. No es esta una reseña frivola de un hecho sin importancia. Iba anotando el periodista todo lo que podía interesarle de aquella mujer, que muchos comparan con la gracia, el ingenio, el acento de la Chata, personaje único en la historia dinástica española. La Infanta va de compras, con alguien de su amistad más íntima, a ios grandes almacenes; cuenta sus viajes, sabe cuándo deben entrar en una música las cuerdas o los metales y así lo hace sabex al gran pianista Gálvez, que está también presente en la cena. Margarita sabe mucho de música hispanoamericana y lee por si método de los invidentes admirablemente. Tiene un gran sentido del humor. Siente por su padre, y lo noto, una especial forma de cariño. Su memoria es formidable y pronto conoce a todos ¡os presentes, y a sus familiares, por los que se interesa vivamente. Aconseja y es rotunda. Ríe y sonríe. No llevaba una sola joya encima. He anotado, en mi pequeña lista de personas inolvidables, la estampa de esta Infanta de España, querida y a la par desconocida, ds tantos españoles. La Infanta Margarita, con su esposo, el doctor Carlos Zurita.