Treinta años sin la gran Concha Piquer
La inolvidable tonadillera quiso que se la recordara como «una mujer que consiguió en la vida todo cuanto quiso»

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«Siento que los españoles me llevan en la piel, que aún estoy viva para ellos», decía Concha Piquer más de una década después de su retirada de los escenarios. No se engañaba la que fue reina de la canción española del siglo XX. La gente seguía cantando esas inolvidables canciones de Quintero, León y Quiroga con las que se convirtió en ídolo de las multitudes de España y América desde los años 20, en los que triunfó en Nueva York, hasta la época dorada de la canción española en los años 40. En su muerte, hace 30 años, ABC destacó que las interpretaciones de esta heredera de las mejores tonadilleras del siglo XVIII habían pasado a la historia del género «como crónica sentimental de la España de la posguerra».

El célebre baúl de la Piquer, que hacía tantos años que ya no viajaba, se cerró para siempre el 12 de diciembre de 1990. «Se ha ido la más grande todas las tonadilleras», se lamentaba Enrique Herreros recordando las coplas de "Las cinco farolas" o "13 de mayo cuando yo me tropecé contigo", que «ella inmortalizó y que ella cantaba como ninguna, pues Concha fue un gran manantial de arte de cuya agua bebieron todas las que subieron por los escenarios después de ella».
Julián Cortes-Cavanillas realizó un «Psicoanálisis de Concha Piquer» en 1963, cuando aún no había abandonado los escenarios y lucía su saber de artista consagrada. La intérprete de temas tan populares como «Ojos verdes» o «Tatuaje» respondió con soltura y aplomo a las 34 preguntas de aquel peculiar interrogatorio, mostrando, como ella misma decía, que el éxito de una mujer reside en su inteligencia. He aquí un extracto de aquella curiosa entrevista:
-Conchita, dime cuáles son las ventajas y los inconvenientes del mes que naciste.
-Nacer el 8 de diciembre es una suerte, día de la Inmaculada y bajo la constelación de Sagitario que da el fuego y el éxito. ¿Qué más podía pedir? El único inconveniente es que nacer en el último mes del año supone tener un año más sin tenerlo. ¿Comprendes? Además debo añadirte que el día que nací yo descargó una tal tormenta, que mató al campanero de mi parroquia.
-¿Cuál es el primer recuerdo que conservas de tu vida?
-La muerte de mi padre. Es un recuerdo tan vivo que parece que sucedió ayer.
-¿Te gusta tu nombre, o en su defecto cómo quisieras llamarte?
-Me encanta llamarme Conchita. Por nada del mundo lo cambiaría.

-¿Ha influido en tu vocación o en tu profesión la tierra donde naciste?
-Ciertamente, he nacido artista porque he tenido por cuna Valencia.
-¿Qué piensas de ti misma?
-Que soy excesiva en todo: en sinceridad, en temperamento, y tan impulsiva que me arranco con demasiada facilidad. Si hubiese nacido toro, figúrate qué maravillosas faenas hubieran hecho conmigo...
-En el momento presente, ¿qué es lo que te inspira mayor curiosidad?
-Saber lo que dicen las cartas secretas entre Kruschef y Kennedy.
-¿Cuál es para ti el colmo de la felicidad humana?
-No ser envidiosa.
-¿Y el colmo de la infelicidad?
-No poder llegar a ser madre.
-¿Qué libro tratarías de salvar si se incendiase tu biblioteca?
-La Biblia y El Quijote.
-¿Qué epitafio escribirías sobre tu futura tumba?
-«Aquí reposan los restos de una mujer que consiguió en la vida todo cuanto quiso».
-¿Cuál es el colmo de la imbecilidad humana?
-Ver la paja en el ojo ajeno... Y ver cómo se peinan ahora las mujeres, que parece que van diciendo: «¡Cabezón... tres minutos!». Y no te digo nada como se te pongan delante de tu butaca en el cine o en el teatro...
-¿Qué idea crees refleja mejor nuestra época?
-El olvido de pensar un poco, todos los días, que de pronto el mundo puede dejar de respirar.

-¿En qué consiste el éxito de un hombre?
-En serlo verdaderamente.
-¿Y el éxito de una mujer?
-En ser inteligente.
-Si de pronto supieras que te quedaba una hora de vida, ¿qué harías en sus sesenta minutos?
-Pedir perdón a Dios.
-¿Qué es lo que más te espanta en la vida?
-La falta de salud. En cuanto tengo un simple resfriado tiemblo.
-¿Cuál es el elogio que te fastidia tanto como un insulto?
-Pues éste: «Yo la admiro a usted desde que era estudiante». Y a lo mejor quien te lo dice tiene quince años más que tú y está calvo y sin dentadura.
-Si en el Juicio universal te encargaran defender a un personaje famoso, ¿quién sería?
-Hernán Cortés.
-¿Qué figura de todos los tiempos es tu preferida?
-Greta Garbo.
-¿Cuál es el libro extranjero moderno que más te ha gustado?
-No tengo tiempo de leer libros extranjeros. Me bastan con los españoles.
-¿A quién de tus contemporáneos levantarías una estatua?
-Al doctor Fleming. Llevo siempre su foto como si fuera mi padre.
-¿Cuál ha sido el momento más emocionante de tu vida?
-El día que se casó mi hija.
-¿Cuál es el español del siglo XX que mejor representa a España en el mundo?
-El profesor Severo Ochoa.

-Para ti, ¿cuáles son la mayor virtud y el mayor vicio de los españoles?
-La caballerosidad y la impuntualidad, aunque prefiero a los hombres de antes de la guerra.
-¿Qué distingue, a tu juicio, a los españoles del resto de los europeos?
-La gran personalidad, gracias a Dios.
-¿Cuál es tu «hobby», Conchita?
-La plancha, hijo mío. No sabes cómo se me da. Plancho divinamente. Y en cuanto me enfrento con un hombre se me an los ojos al cuello de la camisa y como no esté bien planchado, pienso que él es un «adán» porque su mujer es un asquito.
Todas las respuestas de Concha Piquer llevaban «el sello de una mente clara, experta y llena de optimismo y de buen humor», apreciaba Cortes-Cavanillas. «En ellas nada parece forzado y cuanto expresan rebosa espontaneidad y sinceridad totales», como la de la plancha. «En Concha Piquer -finalizaba el reputado periodista- no existe ni una punta de "snobismo". Y en cambio hay inteligencia a alta tensión».