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El Real Sitio sumergido bajo las aguas en Guadalajara

Los restos del balneario de La Isabela que ordenó levantar Fernando VII aún se ven en el embalse de Buendía en época de sequía

Guadalajara, 1910 (CA.). Fachada del balneario de La Isabela, que quedó sumido en las aguas del embalse de Buendía.+ info
Guadalajara, 1910 (CA.). Fachada del balneario de La Isabela, que quedó sumido en las aguas del embalse de Buendía.
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En las páginas de este periódico de principios del siglo XX era habitual que se anunciara un famoso balneario ubicado en un antiguo palacio real, que hoy yace sumergido bajo las aguas del embalse de Buendía, en Guadalajara. Las aguas de La Isabela, cerca de Sacedón, prometían curar «todas las enfermedades nerviosas» entre las que citaban la neurastenia, el insomnio o el histerismo.

Las virtudes medicinales de esas aguas eran conocidas desde la antigüedad. Los romanos disfrutaban de sus baños y su fama se prolongó en el tiempo. Cuentan que el Gran Capitán las probó, al igual que el arzobispo Bernardo de Sandoval y Rojas y la reina regente Mariana de Austria. Pero fue en el siglo XIX cuando Fernando VII, al probar sus beneficios, ordenó construir un palacio y un balneario en este lugar de gran belleza, a solo 122 kilómetros de la Corte.

Lo llamó La Isabela, en recuerdo de su esposa Isabel de Braganza, fallecida antes de que finalizaran las obras, y allí acudía cada año, buscando en sus aguas alivio para la gota que padecía.

«El real sitio de la Isabela es otro de los puntos adonde este año ha concurrido mayor número de familias de esta corte, no solo con el objeto de tomar los baños, sino también de pasar la temporada del calor lo más cómodamente posible. Según cartas de aquel sitio, allí los enfermos se olvidan de sus dolencias, y se entregan a las giras campestres, a las reuniones y aún a grandes bailes que los galanes caballeros disponen para obsequiar a las bellas madrileñas que allí residen», se decía en el diario La Época de 1850.

Tras la desamortización de Madoz, el Real Sitio fue cedido al Ministerio de la Gobernación. Se pretendía fundar un establecimiento balneario modelo, pero el proyecto fue abandonado y se procedió a su venta. Ya en manos privadas, el balneario se convirtió en un lugar de descanso para la burguesía de la época. Según el periódico «El Debate», La Isabela atraía gran concurrencia de bañistas en 1882. «Estos baños han adquirido una gran importancia de pocos años a esta parte porque a más de su situación topográfica en extremo bella, de las buenas condiciones de su clima, y de las propiedades de sus aguas, han tenido la fortuna de estar dirigidos por un celoso director que no ha perdonado medio de ponerlos a la altura de los más adelantados de España (...) Hoy asiste a él tanta concurrencia como a otros establecimientos hidroterápicos de primera clase».

El embalse de Buendía en 1962+ info
El embalse de Buendía en 1962

Su éxito fue decayendo con el tiempo. El marqués de la Vega Inclán los reformó hacia 1930, pero la Guerra Civil truncó su futuro. Ya nunca volverían a ponerse en uso. A la muerte del marqués, el pueblo de La Isabela quedó en manos del Estado.

En 1942, ABC informaba del colosal embalse que se iba a tragar para siempre el antiguo Real Sitio de La Isabela. «Los grandes pantanos de Entrepeñas y Buendía, unidos por un túnel de transvase, han de constituir esa obra gigantesca, con la que se conseguirá la puesta en riego de 120.000 hectáreas», decía la noticia.

Las aguas que le dieron la vida a La Isabela, acabaron por ahogarla. Solo cuando el calor aprieta y se agrietan las tierras por la sequía, las ruinas de La Isabela se asoman entre las aguas del embalse y en ocasiones quedan al descubierto, dando testimonio de la vida que un día albergaron.

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