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La guerra civil del «terrorismo sindicalista» catalán: un siglo del asesinato de Salvador Seguí

La violencia desatada en España al final de la Restauración en medio de las luchas obreras tuvo en ‘El Noi del Sucre’, acribillado en el centro de Barcelona, a su víctima más célebre, en un crimen que cien años después sigue levantando ampollas

Anuncia del asesinato de Salvador Seguí la edición del diario 'La Campana de Gracia', el 10 de marzo de 1923
Anuncia del asesinato de Salvador Seguí la edición del diario 'La Campana de Gracia', el 10 de marzo de 1923
Israel Viana
MadridActualizado:

«Contra el Noi de Sucre se había atentado ya tres veces. Las dos primeras logró escapar ileso. Últimamente, según afirma ‘Solidaridad Obrera’, había recibido un mensaje anónimo en el que se le anunciaba que, en una reunión celebrada por elementos de estos sindicatos, se había acordado la muerte de varias personas y, entre ellas, de Seguí. Durante el mandato del general Martínez Anido [como gobernador civil de Barcelona] había estado confinado en la Mola. Es curioso que de los que fueron enviados a esta prisión-fortaleza de Menorca, ocho han caído ya en las calles de Barcelona».

La noticia fue publicada en ABC el 13 de marzo de 1923, tres días después del asesinato de Salvador Seguí, del que este lunes se cumple un siglo.

Cien años en los que la figura del conocido como el ‘Noi del Sucre’ ('El chico del azúcar'), considerado todavía hoy como uno de los dirigentes sindicales más importantes de la historia de España y cuya muerte causó entonces una gran conmoción, sigue estando hoy de actualidad. En las últimas décadas ha sido recordado en numerosos homenajes y, al mismo tiempo, ha sido centro de actos vandálicos.

Pero, ¿quién era Salvador Seguí para que todavía hoy siga siendo objeto de amores y recelos? Nacido en Lérida en 1887, su vida transitó el cambio de siglo en una España marcada por el conflicto social en aquellos últimos años de la Restauración. Su sistema oligárquico, marcado por los continuos cambios de Gobierno pactados entre los dos principales partidos, se encontraba anquilosado y llegaba a su fin. Los enfrentamientos callejeros, incluso entre colectivos afines, eran el pan nuestro de cada día, protagonizados por los nuevos movimientos obreros y sus luchas por conquistar derechos y mejoras salariales.

Anuncio de la muerte de Salvador Seguí, en 1923+ info
Anuncio de la muerte de Salvador Seguí, en 1923 - ARCHIVO ABC

Un muerto «notable»

La fractura social era tan grande, que el país vivió amenazado por el estallido de una guerra civil hasta 1936. Así lo demuestran los asesinatos de los presidentes José Canalejas en 1912, que había apostado por una mayor democratización pero fue disparado por la espalda en la Puerta del Sol, y el de Eduardo Dato en 1921, que tras impulsar la reforma social y laboral más importante de España en el siglo XX, fue igualmente acribillado en la Puerta de Alcalá. Ambos magnicidios fueron perpetrados por anarquistas a plena luz del día, entre medias de los cuales hubo cientos de muertos más de todos los bandos.

El de Salvador Seguí fue, sin duda, uno de los crímenes más importantes de la época. Un año después, ABC lo incluía entre los veinte «muertos más notables de 1923», junto al presidente de Estados Unidos, Warren G. Harding; el expresidente del Gobierno de España, Manuel Allendesalazar; el pintor Joaquín Sorolla o la actriz Sarah Bernhardt, una de las más aclamadas del mundo a finales del siglo XIX y principios del XX. En la edición republicana de este diario todavía se le recordaba en 1937, en plena Guerra Civil, como «una gran figura del sindicalismo español». En señal de homenaje, se incluía un retrato a toda página.

De hecho, en 1983, la placa conmemorativa colocada por el Sindicato de Cuadros de Cataluña, con motivo del 60 aniversario de su muerte, fue destruida muy poco tiempo después de su inauguración. En el lugar donde se hallaba, aparecieron pintadas las iniciales de la CNT y la siguiente reivindicación: «Seguí era anarquista y no nacionalista». Como si aquel enfrentamiento siguiera vigente. Desde entonces se le han dedicado también una plaza y una fundación en la Ciudad Condal y su vida se ha contado hasta en novelas históricas como ‘Apóstoles y asesinos: vida, fulgor y muerte del Noi del Sucre’ (Galaxia Gutenberg, ​2016), de Antonio Soler.

Imagen de Salvador Seguí, en el ABC republicano, en 1937+ info
Imagen de Salvador Seguí, en el ABC republicano, en 1937 - ARCHIVO ABC

La cárcel de Mahón

Lo cierto es que el Noi del Sucre fue un importante dirigente de la CNT que buscaba la transformación radical de la sociedad. El sustento se lo ganó como pintor, la profesión que ejerció toda su vida, a pesar de haber dado rienda suelta a sus inquietudes políticas desde muy joven. Abrazó, sobre todo, las ideas libertarias y de la Escuela Moderna de Francisco Ferrer Guardia. De ahí que propulsara la formación y la educación de las clases obreras como sus principales armas. Fue igualmente presidente del Ateneo Sindicalista e impulsor de la organización y el diario ‘Solidaridad Obrera’. Y, a pesar de haber sufrido dos atentados antes de su asesinato, se opuso muchas veces a las acciones más violentas llevadas a cabo por sus compañeros de la CNT.

Eso no implica que no fuera un luchador convencido. Fue detenido en diversas ocasiones a causa de su actividad anarcosindicalista, como ocurrió en la huelga de La Canadiense de 1919 y cuando fue deportado al castillo de la Mola junto con Lluís Companys y otros sindicalistas, en noviembre de 1920. Se trataba de la prisión-fortaleza de Mahón, donde fueron a parar los disidentes políticos de la Restauración. Véase, los independentistas cubanos y filipinos, los militares rebeldes, los republicanos y, por supuesto, los socialistas, comunistas y libertarios. Más tarde, la misma cárcel albergó a franquistas y simpatizantes del golpe de Estado.

En 1930, el diario ‘El Sol’ publicó ‘España bajo la dictadura, siete años sin ley’, una monografía en la que analizaba el golpe de Estado de Primo de Rivera y la guerra que hubo en los años previos entre la CNT y los Sindicatos Libres formados por los carlistas en aquella Barcelona de pistolas y huelgas. El texto decía:

«Ya en febrero de 1923, apenas iniciada la política social que se proponía realizar el nuevo Gobierno, pudieron regresar a Barcelona muchos de los sindicalistas que habían huido durante la época del Gobierno conservador. Como era lógico, los [anarquistas] más exaltados creyeron que llegaba la ocasión de tomar represalias contra sus competidores de los Sindicatos Libres. El vicepresidente de uno de estos, José Martín Arbonés, empleado del Banco Hispano Americano, fue la primera víctima de esta nueva etapa de terror. Aquel mismo día fue asesinado también un obrero que estaba tranquilamente sentado en un bar de la calle de Vilamarí. A partir de este momento, la lucha entre ambos sindicatos y los planes de exterminio de patronos alentados por muchos pistoleros profesionales llegaron a extremos de crueldad que no habían sido superados hasta entonces».

Muertos más notables de 1923+ info
Muertos más notables de 1923 - ARCHIVO ABC

El asesinato

A continuación, explicaba: «A los pocos días, el 10 de marzo, marchando a las siete y media de la tarde por la calle de la Cadena, el ‘Noi del Sucre’ y un obrero que lo acompañaba fueron tiroteados. Seguí quedó muerto. Tenía este suceso enorme importancia, no solo por la significación excepcional de la víctima, sino porque no cabiendo duda sobre la calidad de los agresores (aunque, como de costumbre, ninguno fue aprehendido), revelaba el designio de los Sindicatos Libres de no cesar la contienda. El propósito de tomarse cada cual la justicia por su mano o de imponerse a los demás con amenazas de muerte, se expresaba ya antes en escritos y discursos públicamente como si fuera lícito».

En marzo de 1923, un manifiesto suscrito por un grupo de obreros reflejaba el mismo ambiente: «De nuevo recibe la ciudad de Barcelona el borrón maléfico del terrorismo, trágica pesadilla del pueblo barcelonés en época no tan lejana. De nuevo las organizaciones proletarias pretenden imponer sus reformas por el sistema del terror. De nuevo los chulos de la ciudad quieren justificar su jornal utilizando como herramienta la pistola y, como trabajo, el asesinato a traición».

Cien años después, la figura de Salvador Seguí sigue levantando ampollas. El Ministerio de Defensa ha denegado a la CGT que utilice las instalaciones de La Mola para homenajear al líder anarquista en el centenario de su asesinato. Cuando el sindicato solicitó el permiso, la respuesta fue que la cesión de las instalaciones al Consorcio del Museo Militar de Menorca y Patrimonio Histórico-militar «se hizo con el objetivo de promover el desarrollo y difusión de actividades tendentes al conocimiento y promoción de la historia y cultura, en especial la militar, [...] y se considera que las características del evento no se ajustan a tales objetivos».

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