La intrahistoria del famoso baño de Fraga en Palomares
El gesto del ministro y del embajador estadounidense para mostrar al mundo que las aguas no estaban contaminadas con radiactividad fue todo un éxito propagandístico
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La imagen dio la vuelta al mundo. «Palomares, aguas limpias» se leía en la portada de ABC que mostraba el histórico baño del ministro de Información y Turismo Manuel Fraga Iribarne y del embajador estadounidense Angier Biddle Duke en una playa cercana a Palomares el 8 de marzo de 1966.
Habían pasado tan solo unas semanas del choque en vuelo de un superbombardero B-52 con un avión cisterna estadounidense que provocó la caída de cuatro bombas termonucleares sobre esta pequeña localidad almeriense el 17 de enero. Tres de estas bombas de 1,5 megatones, con un poder destructor unas setenta y cinco veces mayor que la de Hiroshima, fueron recobradas en tierra. Una estaba intacta, pero las otras dos se habían deteriorado con el impacto y los isótopos radiactivos habían contaminado peligrosamente la zona.

Las autoridades se afanaron en aquellos primeros días en ocultar y minimizar los terribles daños. Por entonces estaba a punto de aprobarse la Ley Fraga, pero aún existía la censura previa en los periódicos. En la primera crónica de ABC se informaba de forma sucinta de la muerte de ocho aviadores norteamericanos «al chocar los reactores que ocupaban en vuelo sobre la provincia de Almería». Los primeros indicios de que algo grave ocurría llegaron el 21, con la nota del Ministerio del Aire que hablaba de una «extensa área de dispersión de restos» y de «elementos de carácter secreto militar».

Conforme avanzaron los días, se fue conociendo que el B-52 llevaba a bordo armamento nuclear desarmado, aunque se seguía insistiendo en que los efectos de la radiactividad habían sido «insignificantes, casi nulos». Hasta finales de enero no se sabría que faltaba una cuarta bomba por localizar, perdida en las profundidades del Mediterráneo.
«Desbloquear informativamente el asunto»
Aún no se había recuperado esta cuarta bomba, cuando Fraga viajó hasta Palomares. Las informaciones en la prensa extranjera acerca de la contaminación nuclear amenazaban con ahuyentar al turismo, decisivo para la economía española. El ministro, seriamente preocupado, había propuesto en Consejo de Ministros «hacer un gesto dramático para desbloquear informativamente el asunto» y, según contó el propio Fraga en sus memorias, recibió la conformidad del Gobierno. El 8 de marzo se dramatizaría «la ausencia de contaminación de las aguas».

«Anunciado el baño conjunto del embajador y yo, con nuestros respectivos hijos, se crea una verdadera sensación informativa al respecto», anotó en su « Memoria breve de una vida pública». Las cámaras de televisión de varios países, así como más de cincuenta periodistas nacionales y extranjeros fueron testigos de la histórica «zambullida» en la playa de Quintapellejos.
Rafael Moreno Izquierdo, autor de «La historia secreta de las bombas de Palomares», explicó en ABC que para que la operación de relaciones pública saliera redonda, Fraga se llevó al entonces máximo responsable informativo de la Agencia Efe, Carlos Mendo, quien escribió el relato oficial del evento: «La jornada de Palomares ha servido para confirmar de forma inequívoca que, si hay algunos rayos peligrosos en la provincia de Almería son los solares y no los alfa», concluía su crónica.
El corresponsal de ABC en Washington, Josep María Massip, informó al día siguiente de que «en términos noticiarios y de publicidad» la demostración de Palomares había sido «un éxito completo» en Estados Unidos. Toda la prensa norteamericana dio en primera página la célebre fotografía de Fraga y Duke bañándose en las frías aguas del Mediterráneo y saludando con los brazos en alto al público que los contemplaba desde la playa.
Idea de la esposa del embajador
«En aquel momento de lo que se trataba era de defender el turismo de España -subrayó Fraga años después- Fue un gesto muy inteligente que, por cierto, no quiero presumir de que es mío, porque lo diseñó la esposa del embajador norteamericano, del señor Duke (Robin Chadler Lynn). Había sido relaciones públicas de la Pepsi-Cola y dio en la clave exactamente».

De acuerdo con un consejero del embajador estadounidense citado por Moreno Izquierdo, Fraga aceptó la idea, pero «en realidad no tenía ninguna intención de protagonizar el "happening" político con el estadounidense ya que no coordinó ni la hora ni el lugar. Por ello, Duke se bañó en solitario cerca del Parador Nacional de Turismo (en Mojácar) y luego tuvo que volverse a bañar por segunda vez con Fraga en la playa de Quintapellejos. Como no tenía bañador, se vio obligado a pedir uno prestado a un buzo de la Navy que se encontraba en los alrededores».
Anne Baxter quiso ir
A punto estuvo la actriz estadounidense Anne Baxter de acompañar a los bañistas. Flora Lewis contó en su libro «Palomares: se ha perdido una bomba H», publicado en 1967, que la famosa intérprete de Eve Harrington en «Eva al desnudo» se encontraba por entonces en Almería rodando el spaghetti western «Las 7 magníficas» y mostró su deseo de trasladarse a Palomares con algunas compañeras para darse el chapuzón con ellos.
Al parecer, Fraga dio su consentimiento, diciendo que cuantos más, mejor, pero los americanos no aceptaron la proposición. «La aparición de las bellezas en traje de baño no dejaba de ser un riesgo calculado; todo podría venirse abajo si se consideraba el acto como un golpe publicitario hollywoodense», señaló Lewis.

En su lugar, quedó para el recuerdo el enorme «Meyba» verde que lució Fraga en este baño invernal. Faustino F. Álvarez le preguntó sobre él en una entrevista en 1998. «Habrá destruido usted aquel traje de baño», le dijo. Y Fraga aseguró: «No, no. Lo conservo y me lo pongo una vez al año, en Perbes. Es un calzón un poco pasado de moda, porque ahora se hacen más breves y sucintos. Recuerdo que el día del baño en Palomares hacía un frío que pelaba, dicho sea de paso, pero la fotografía salió en la primera página del "New York Times"».
Mucho se ha especulado desde entonces sobre si se bañaron realmente en Quintapellejos o en otra playa más alejada de Palomares. Aún hoy, 55 años después, hay tierra contaminada. En 2015, el Gobierno de Mariano Rajoy y la Administración Obama anunciaron un plan para limpiar Palomares que lleva cinco años encallado. Ojalá con Joe Biden se den pasos hacia adelante.