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Reflejo barroco
Seis autores contemporáneos nos muestran su particular visión del arte gallego del siglo XVII. El resultado, la convivencia entre la literatura, la fotografía y el diseño arquitectónico actual se puede contemplar en el Museo de Bellas Artes herculino

El barroco gallego, muy diferenciado del que se dio en el resto de España, se plasmó en una serie de grandes obras de granito que le dan a los monumentos «una fuerza especial». O, por lo menos, así lo considera el catedrático y crítico de arte, Antonio Bonet Correa. Aunque pueden forman parte de lo cotidiano, sus manifestaciones artísticas siguen latiendo en nuestras ciudades, en nuestra alma y en el arte contemporáneo actual. La grandiosidad de estas «joyas falsas» traspasa la barrera del tiempo para convertirlas en una invitadas de excepción en pleno siglo XXI. Sin embargo, el ojo humano tiene la virtud de cambiar su mirada.
Seis de los fotógrafos gallegos con mayor renombre han querido mostrar su particular e ingeniosa visión del patrimonio arquitectónico y artístico del barroco gallego a través de sus fotografías. Hablamos de los coruñeses José Caruncho, Xurxo Lobato, Xoán Piñón y Vari Caramés; junto con el compostelano Tino Martínez y el lucense Eduardo Ochoa. Padres de las sesenta fotografías que, bajo el título de «Cámara Barroca» se exponen en el Museo de Bellas Artes de La Coruña hasta el próximo 26 de febrero. Para llevar a cabo su obra sólo contaron con tres condiciones: mantener el protagonismo de las obras expuestas; acercar elementos de interés de las intenciones generales de la propuesta y subrayar la contemporaneidad de la reflexión creativa, a través del vínculo con el espíritu barroco. Como pilar de su diseño, el reflejo.
En los monasterios
Las visiones devueltas por las superficies pulidas y brillantes de los monasterios de Samos, Monfero, Oseira, San Breixo de Berán, Beade, Sobrado dos Monxes, San Martín Pinario o la reina que acoge el mayor exponente del barroco gallego, la catedral de Santiago. Instantáneas que recogen desde el detalle del rostro de la Venus velazqueña, pasando por la calle del Gato valleinclanesca, hasta el vidrio y el acero cromado de las obras de Mies van diere Rohe. «Cámara Barroca», promovida por la consellería de Cultura y Turismo, abre las puertas a la libre interpretación del sexteto de artistas con el fin de contribuir al conocimiento y la difusión de estas imágenes del pasado, como una de las señales identitarias más relevantes de la cultura autóctona. Una propuesta actual que descubre un legado inédito a través de los variopintos enfoques de las cámaras de sus creadores.
El miembro de la Academia Gallega de Bellas Artes, Xurxo Lobato, optó por centrarse en el aspecto más religioso al reproducir la crudeza y tensión emocional de rostros, manos y cuerpos ensangrentados de las infinitas imágenes que presiden las iglesias. Las cúpulas con su perfecta simetría y excesivos adornos son cosa de José Caruncho. Afán compartido por su compañero, Tino Fernández que fija su mirada en los perfiles amenazantes de las gárgolas de fantasía que desafían al visitante desde las alturas que le conceden las fachadas. Eduardo Ochoa comunica el valor de lo abstracto gracias al reflejo del monumento en la clásica estampa del suelo mojado gallego. Vari Camarés juega con el misterio y el hechizo, tan característico de la tierra, creando imágenes que pueden parecer hasta fantasmagóricas combinando halos azules sobre blanco y negro.
El encanto del rural
La luz es el secreto mejor guardo de Xoán Piñón. Tonos azulados, verdosos y amarillos pintan sus estampas llevándolas a la modernidad. Un barroco que también se hace latente en el rural. Miradas que se cobijan bajo un paraguas para observar los hórreos construidos para alejar la humedad de los alimentos. También los cruceiros. Cruces de piedra erguidas para cristianizar lugares, honrar la memoria de alguien, señalar la muerte o para alejar al demonio. Sin olvidar el encanto de las ermitas.
Todo un espectáculo que debe su originalidad a la composición, forma, color y movimiento impregnadas por cada autor en su obra. Comisariada por Fernando Agrasar y organizada por la Consellería de Cultura y Turismo y el Museo de Bellas Artes de La Coruña, «Cámara barroca» cuenta también con un catálogo en el que se recogen las fotografías de la muestra y prolonga la idea de los recursos gráficos sobrios, dibujado con tinta plateada y con una portada de material reflectante ausente de imágenes.
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