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La «gran coalición» que rechaza Rubalcaba funciona con éxito en varios países europeos

Merkel se apoya por segunda vez en los socialdemócratas para gobernar, algo que sucede en Grecia, Italia o Austria

La «gran coalición» que rechaza Rubalcaba funciona con éxito en varios países europeos jaime garcía

j. g. m.

Rubalcaba no quiere saber nada de futuras coaliciones con el PP. Y mucho menos en plena campaña electoral . Da igual que lo diga el candidato del PP a las elecciones europeas, Miguel Arias Cañete , que Felipe González , un jarrón chino que todavía tiene mucho que decir en las filas socialistas. «Mientras yo sea secretario general del PSOE no habrá una gran coalición », dice, rotundo, el actual secretario general del principal partido de la oposición.

A una semana para que su «número dos», Elena Valenciano, ponga a prueba la maltrecha salud del PSOE y del propio Alfredo Pérez Rubalcaba, las encuestas pronostican el peor resultado de la historia para los socialistas en los comicios europeos. No estarán solos, pues el PP, que sería el partido más votado, también perdería varios escaños. La suma de las dos formaciones con más apoyo electoral rondará los cuarenta diputados. Sólo en 1989, cuando el PP era AP, se registró una cifra tan baja. Buena parte del electorado español acude a las europeas para depositar un voto de castigo. Por eso se explica la aventura de José María Ruiz Mateos en el año 89 o la proliferación de candidatos mediáticos en estos comicios.

Todavía quedan casi dos años para las elecciones generales y, entre medias, deben celebrarse las municipales. Pero ya hay quien alerta de que el desgaste del bipartidismo podría dar paso a un escenario político inédito hasta la fecha: el de la gran coalición. Fue Felipe González quien defendió la necesidad de un gobierno PP-PSOE «si el país lo necesita». Al expresidente socialista le preocupa que la dispersión del voto impida «arreglar los grandes problemas del país». Arias Cañete expresó una opinión similar e incluso el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy: «En el fondo somos todos los mismos». Rubalcaba, empeñado en vender que PP y PSOE son antagónicos, prefiere rechazar una fórmula que se aplica con éxito en varios países europeos.

Alemania es el ejemplo más claro. La dirigente con más peso en el viejo continente, Angela Merkel, gobierna desde 2005 gracias al apoyo de otros grupos parlamentarios. Los socialistas apoyaron a la canciller en su primer etapa al frente del Ejecutivo y lo volvieron a hacer en 2013, en la tercera victoria electoral de Merkel. La dirigente alemana ganó con claridad las elecciones, pero sin mayoría absoluta. Necesitó tres meses para perfilar con el SPD el pacto de gobierno . Este tipo de acuerdos ayudan a garantizar la estabilidad del Ejecutivo en unos años donde los partidos gobernantes han sufrido severas derrotas electorales a causa de la crisis.

Las «grandes coaliciones» pueden ser una «gran oportunidad», como dijo Merkel la primera vez que pactó con los socialistas. Pero también despejan el camino a los partidos menos convencionales, que hoy mantienen un discurso profundamente antieuropeo. Es el caso de Italia, donde para formar gobierno hay que ser un experto jugador de Tetris. Lo consiguió Mario Monti, pero su Gobierno era tan frágil que acabó con una salida deshonrosa. Más tarde fue el socialista Enrico Letta quien se puso al frente del Ejecutivo italiano, apoyado por el partido de Silvio Berlusconi y por el de Monti, hasta que un miembro de su partido lo descabalgó. Ahora es el también socialista Matteo Renzi quien ensaya otro Gobierno de concentración con el centro-derecha. Fuera de estos pactos queda el populista Beppe Grillo . Un discurso contra la política y contra las directrices europeas para desgastar a las formaciones clásicas.

En Grecia este papel lo cumple el izquierdista Alexis Tsipras, que acude a los comicios europeos igualado a votos con los conservadores de Antonis Samarás. Conservadores y socialistas unieron sus fuerzas para poder aplicar las recetas de la «troika» (BCE, FMI y CE) y evitar el hundimiento total de uno de los países más castigados por la crisis. De otra manera no habría sido posible. En Holanda, la oposición radical al multipartidismo coaligado viene por la extrema derecha. Liberales y socialdemócratas gobiernan juntos frente al populista y antimusulmán Geert Wilders , vencedor en las últimas elecciones municipales.

En Austria ocurre algo similar. Desde la segunda mitad del siglo pasado populares y socialistas han ido de la mano en los sucesivos gobiernos. Una estabilidad institucional que no ha impedido el auge de fuerzas ultranacionalistas y populistas. Las instituciones europeas han llegado a alertar de que su Gobierno pueda llegar a ser ajeno a los valores que vertebran la Unión Europea. En Bélgica, una coalición entre socialistas, democristianos y liberales puso fin a 540 sin gobierno. Un acuerdo transversal que dejó fuera a partidos independentistas y xenófobos. Es posible que en los próximos comicios esta «gran coalición» no tenga peso suficiente para formar gobierno.

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