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La desorbitada deuda pública, cuando la solución se convierte en problema

El endeudamiento, que puede servir para acometer inversiones estructurales y garantizar bienes y servicios públicos, se ha convertido en uno de los principales obstáculos para la recuperación económica de las grandes potencias mundiales

La desorbitada deuda pública, cuando la solución se convierte en problema J. M. Nieto

Fernando pérez

Japón tiene una deuda pública récord que supera el 220% de su PIB. Estados Unidos negocia contra reloj un nuevo techo para una deuda que supera el 102%. España ya sumaba más de un 84% en 2012 y la previsión en los Presupuestos es que alcance el 98,9% en 2014. La de Italia está por encima del 120% y la de Francia y el Reino Unido también ha dejado atrás la barrera del 90%. El paradigma del rigor presupuestario y las políticas de ajuste, la Alemania de la canciller Merkel, ya ha franqueado el límite del 80% sobre el PIB... Discriminar cuándo un nivel de deuda es aceptable para un Estado, una solución para afrontar nuevas inversiones y estimular el crecimiento, o comienza a convertirse en un gigantesco problema es uno de los grandes y recurrentes temas de debate que enfrenta desde hace décadas a economistas y analistas. En la balanza pesan factores tan diversos como el momento económico global, el nivel de deuda previo acumulado, el coste de la financiación o cómo y en qué se utiliza el capital que se obtiene en el mercado. En cualquier caso, no hay una fórmula universal y mágica para resolver la compleja ecuación del equlibrio entre austeridad y crecimiento.

«Endeudarse por ejemplo para acometer inversiones en infraestructuras puede ser bueno, el problema es cuando se recurre al endeudamiento para cosas que no tienen demasiado sentido. Además, en cuanto se produce un retroceso económico hay problemas. Ahora estamos inmersos en una espiral muy complicada en la que seguimos endeudándonos no para financiar nuestro crecimiento, si no para afrontar el gasto corriente» , explica el economista del Instituto de Empresa (IE) Juan Carlos Martínez Lázaro.

Las causas del problema

Las razones por las que la deuda pública de España y de los países de nuestro entorno se ha disparado en los últimos años son diversas, pero el estratega de Citi en España, José Luis Martínez, las condensa en tres. «En primer lugar se ha producido un deterioro de los ingresos, y un problema que es cíclico se ha convertido en estructural cuando la crisis se ha alargado y ha dado paso al estancamiento y la recesión», explica este analista. Pero la crisis que nos azota desde hace un lustro ha sumado un factor añadido, el problema de la banca. «El elevado nivel de deuda en Europa también tiene que ver con el sector financiero , con las necesidades que han provocado los programas de asistencia», explica José Luis Martínez. «Y, por último, contribuyeron las medidas discreccionales aplicadas por los Gobiernos para combatir la crisis en sus comienzos . No supieron interpretarla bien, y se gastaron cantidades ingentes de dinero para intentar ganar tiempo», concluye.

Otro problema que la crisis ha añadido al ya de por sí notable volumen de deuda es el de su coste. La desconfianza instalada en los países de la periferia, ejemplificada en los dos rescates griegos y el de Portugal, había elevado el coste de la financiación hasta limites inasumibles. Una tendencia que parece haberse estabilizado en los últimos meses. La actuación del BCE y los progamas de ajustes y reformas han devuelto la credibilidad a la economía española . A finales de julio del año pasado, la prima de riesgo española llegó a tocar a los 650 puntos básicos, ayer cerraba en el entorno de los 240. Más de 400 puntos que marcan la distancia entre el caos y la estabilidad.

«Los niveles de endeudadamiento que estamos manejando, sobre todo en los países periféricos, son un poco excesivos, y especialmente llamativos en casos como el de Italia. El de España es inferior, pero hasta hace poco el coste medio de nuestra deuda era bastante más alto , y eso nos ha pasado factura», explica Javier Urones, analista de la agencia de inversión XTB. «Lo que nos tiene que importar no es tanto si engordamos un poco más el porcentaje de deuda, si no a qué precio lo hacemos. El mercado de deuda, los inversores, han recuperado la confianza en España, como demostró ayer de nuevo la emisión de letras a un año, y esto se debe mantener si se solucionan los dos grandes problemas que tiene este país. Uno es el del desempleo y el otro de una producción industrial que continúa cayendo. Si no mejoramos estos dos datos, difícilmente vamos a poder crecer», explica Urones.

La hemorragia del déficit

José Luis Martínez Lázaro entiende que el coste de la financiación es importante, pero también que el volumen no es menos preocupante. «Son niveles brutales, en España estamos llegando a la mítica frontera del 100% y eso nos obliga a ser mucho más activos con esa brecha que es el déficit, una hemorragia por la que nos estamos desangrando», afirma el profesor del IE. «Reducir el déficit debería ser una necesidad primaria , no podemos seguir gastando lo que no tenemos. Me preocupa que las administraciones públicas no tengan voluntad para embridar el déficit. No hay que dedicar un solo euro a aquello que no sea estrictamente necesario. Eso es intolerable, porque se va a acabar provocando una contracción económica mayor que la que se pretendería evitar. Ya dedicamos más dinero al pago de los intereses que al gasto de todos los ministerios: más de 36.000 millones , y va a seguir creciendo», insiste.

En la misma línea, José Luis Martínez explica que para que el nivel de deuda que ya soporta España no se convierta en insostenible hay que cumplir con tres premisas: «Perserverar con los ajustes fiscales , conseguir unas condiciones financieras laxas y seguir acometiendo reformas estructurales que te permitan afrontar la deuda y amortizarla con el tiempo». El analista de Citi recuerda que «la historia nos dice que mantener una deuda elevada sin acometer reformas significa hipotecar el futuro, te hipotecas a crecimientos demasiado débiles, que no pueden generar empleo. Ahora toca ser agresivos y valientes, y para que el crecimiento sea sostenido, hace falta reducir la deuda».

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